Josefina Molina, libertad y compromiso desde el arte
Córdoba
La directora cordobesa Josefina Molina recibe este sábado el Premio Nacional de Cinematografía en el marco del Festival de Cine de San Sebastián. La idoneidad de este galardón se aprecia con solo un breve repaso a su trayectoria.
Estamos ante la primera mujer que consigue en 1969 el título de Dirección en la Escuela Oficial de Cinematografía. Una realizadora singular que ha conseguido sobresalir en diferentes medios: cine, televisión, teatro y novela, siempre con un análisis inteligente y crítico del universo femenino, de su generación, de la sociedad española y de la Transición.
Fundó el Teatro de Ensayo Medea en Córdoba y posteriormente comenzó a trabajar en Televisión Española como ayudante del director Claudio Guerín, convirtiéndose después en un gran referente dentro de la televisión, con series como El camino, adaptación de la novela de Miguel Delibes con una mirada singular y muy crítica sobre la imagen de la mujer durante el franquismo; y Teresa de Jesús, en la que se vale de una figura del pasado para abordar el presente de aquel momento, la Transición. Presenta a una mujer que vive y muere por ser libre, por sus ideales, frente a los hombres que intentan frenarla. Y muestra cómo Teresa de Jesús funda una compañía femenina que logra extenderse por el mundo, con lo que la directora nos habla de asociacionismo y del poder de la unión de las mujeres.
Y es que su mirada feminista está presente desde su primera película Vera, un cuento cruel, obra que discrepa del ambiente moral de los años franquistas en lo que se refiere a las mujeres.
En 1981 dirige Función de noche, quizá su obra más importante y toda una reivindicación feminista que disecciona la vida no solo de una mujer, sino de toda una generación, y los temas que aborda siguen vigentes: la libertad de la mujer para pensar y actuar.
Una constante de su filmografía es crear, a partir de obras originales, otras que, contextualizadas en un nuevo momento histórico, nos ayudan a reflexionar sobre nuestro propio presente. Es el caso de Esquilache (basada en la obra de Buero Vallejo, Un soñador para un pueblo), su cinta más comprometida políticamente, presentando una reflexión sobre el paralelismo entre los acontecimientos del motín frente al político ilustrado y los acontecimientos vividos durante la Transición.
En 1991 dirige Lo más natural, comedia crítica que presenta el amor entre una mujer madura y un hombre joven, algo común actualmente, pero que no lo era en el año de realización de la película.
Adapta también La Lola se va a los puertos, de los hermanos Machado (obra que ya llevó al cine Juan de Orduña), donde vuelve a mostrarnos a una mujer fuerte que trata siempre de ser ella misma, vivir de manera independiente en un mundo de hombres machistas que solo la ven como objeto sexual.
En 2006 Josefina Molina recibe la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y en 2012 el premio Goya de Honor, a los que ahora se une el Premio Nacional de Cinematografía, un merecido reconocimiento teniendo en cuenta que, además de los valores de carácter artístico que ostenta su obra audiovisual, la realizadora cordobesa ha contribuido a dar una visión positiva, activa y fuerte de la mujer, una visión feminista. Su filmografía exhibe la coherencia de una luchadora por la igualdad, la libertad, la democracia y una mejor sociedad.