Puentes
Saro Díaz
Bilbao
Entré al museo huyendo del mensaje recibido en mi móvil. Alguien a quien un malentendido y mi proverbial arrogancia habían convertido, hacía demasiado tiempo, en enemigo, proponía volver a vernos, restablecer la maltrecha relación. Todavía me dolía tanto... Me olvidé del asunto observando los cuadros, adentrándome en las mil sensaciones que transmiten. Al llegar a la última sala, la Z, mirando los puentes de Regoyos, Bikandi o Arrúe, decidí que en lugar de soltar amarras, tendería eso, un puente. Conciliar para no sucumbir al olvido.