El rio de la vida
Osvaldo Del Valle
Bilbao
Manuel cruza los brazos. Ve su vida reflejada en el río. Una sucesión de amargos cafés con ojeras, sueños de felicidad hipotecada, obsolescencia humana programada, y rutinas sin lunes, ni alicientes, ni autoestima.
Deja caer sobre la barandilla el peso de las ilusiones perdidas. Demasiado peso para un viejo puente.
No se precipita al vacío, porque no tiene prisa y porque el vacío es lo que dejaría arriba. Lo piensa, pero no se atreve. A eso tampoco. No se quita la vida porque, de alguna manera, nunca fue suya. Se limita a verla alejarse río abajo, arrastrada por la corriente.