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Real Oviedo

Joselu mantiene una mínima esperanza

El Oviedo se agarra a sus escasas posibilidades para seguir soñando con el play-off después de imponerse al Rayo Majadahonda (4-3) tras un final de infarto.

Joselu celebra el tanto de la victoria para su equipo. / Real Oviedo

Oviedo

Muchas veces el fútbol es inexplicable, además de impredecible. Y seguramente eso sea lo bonito de este deporte, que nunca puedes dar nada por hecho, ni cuando crees que todo está perdido ni cuando solo un milagro te salvaría de la quema. Lo sucedido en el Carlos Tartiere seguramente pase a la historia de esta Segunda División, una categoría que siempre nos deja una sorpresa tras otra.

Las lágrimas de la desolación de los jugadores del Rayo Majadahonda se han mezclado esta noche con la emoción de los futbolistas del Oviedo y la incredulidad de los aficionados carbayones. En el minuto 80, los azules perdían 1-3 y los pocos espectadores que había, apenas cinco mil, eran un clamor contra los suyos. El Rayo veía muy cerca la salvación cuando parecía imposible -en la última jornada sumará los tres puntos del Reus- y tres zarpazos certeros de cuatro intentos fueron suficientes para que el Oviedo, con más corazón que cabeza, le diese la vuelta al marcador en una final de infarto. También es verdad que es posible que no sirva de mucho viendo los enfrentamientos que se van a producir en la última jornada, pero al menos de morir que sea con las botas puestas. Aunque para muestra, un botón. Y lo vivido hoy sirve de ejemplo para que estemos preparados para cualquier cosa el próximo sábado.

Ahora al Oviedo, para que le salga la otra mitad de la carambola, tendrá que ganar a Osasuna y esperar los tropiezos del Dépor y Cádiz. Los gallegos deberán perder en casa ante un Córdoba descendido y los gaditanos podrían sumar como mucho un punto de su visita a El Molinón frente al Sporting. Sí, el Oviedo necesitaría una ayuda de su máximo rival. Éstas son las cuentas para que finalmente los azules puedan disputar el play-off.

El partido en sí, quitando los últimos diez minutos, fue un tostón. Difícil de digerir para cualquier aficionado. Los resultados en el resto de estadios se estuvieron dando durante todo el encuentro, pero estaba fallando el único que no lo podía hacer, el propio Oviedo. Y sin ser agorero, y vistos los precedentes en la historia azul, todo apuntaba a que era lo que iba a pasar.

El Rayo Majadahonda fue superior durante el primer tiempo. Muestra de ello fueron las paradas que tuvo que hacer Alfonso o la intervención salvadora de Javi Hernández a un remate de Ruibal cuando ya se cantaba el gol en la grada visitante. Los madrileños estaban más cómodos sobre el césped, se veía que se jugaban la vida, y llegaban con más facilidad a las inmediaciones del área local. Corría el minuto 26 y Fran Varela adelantaría a los suyos marcando un auténtico golazo de falta que se coló por la escuadra haciendo inútil así la estirada de Alfonso. El “síndrome oviedista” no fallaba. No solo se estaba escapando una oportunidad única mientras el resto de condicionantes se iban produciendo en los distintos campos, sino que te estaba poniendo la puntilla un jugador con pasado azul.

El poco público presente se empezaba a impacientar y los silbidos cada vez eran más notables. Parecía que solo la inspiración de Omar Ramos o Berjón podían aportar algo diferente al ataque carbayón. Y en una acción aislada el extremo ovetense encontró el espacio dentro del área para servir un balón a Steven, que vio como llegaba Diegui por detrás para que éste fusilase por el palo corto al guardameta Ander. Fue el único respiro que se tomó el Oviedo en los primeros 45 minutos y que también ayudó a calmar los ánimos de la parroquia local.

El segundo tiempo sí es verdad que empezó mejor para los hombres de Sergio Egea. Omar Ramos enganchó una volea desde fuera del área a la que respondió Ander con una excelente intervención. Y hasta ahí el balance ofensivo del Oviedo, que no encontró más huecos hasta la locura final. Previamente a que se desencadenase ese último tramo de infarto, el Rayo Majadahonda había puesto tierra de por medio con dos goles prácticamente consecutivos. Uno a la salida de un córner donde Héctor Hernández cabeceó libre de marca y otro de Dani Romera tras una contra en la que se plantó solo ante Alfonso.

Y cuando todo parecía ya abocado al fracaso y a la decepción, el Oviedo tiró de orgullo, resurgió de sus cenizas y espabiló tras un barullo que se formó dentro del área que fue aprovechado por Carlos Hernández para recortar diferencias. Era el minutos 80, quedaban diez por delante y los carbayones tendían que anotar dos goles más para seguir con vida. Y así fue. Ambos fueron de Joselu, que se convirtió en el héroe del partido. En el minuto 85 remató con la pierna derecha un buen centro de Viti en el segundo palo y diez minutos después, en el último segundo del tiempo añadido, el propio delantero culminaría la remontada con una contra en la que se plantó solo ante Ander, lo regateó con un autopase, para después empujar el balón a placer al fondo de la red.

Sin tiempo para sacar de centro, el árbitro pitó el final del encuentro, que dio paso a la celebración en cierta forma comedida de los jugadores que, por un lado terminaron exhaustos, pero además muchos de ellos se dedicaron a consolar a sus rivales, entre ellos viejos compañeros como Héctor Verdés, que acababan de descender de categoría después de un final tan cruel.

El vestuario azul ahora se agarra a un clavo ardiendo y sabe que tendrá que ganar en El Sadar y esperar dos favores más para que de nuevo ocurra uno de esos denominados “milagros futbolísticos” que pocas veces pasan, pero que en días como hoy ya hemos visto que existen. Ese partido frente a Osasuna se lo perderán por sanción Joselu y Sergio Tejera.

 
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