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Años 20

La Cuenca de 'los felices años 20' en los divertidos versos de El Tío Corujo

La crítica social a través de la poesía, de los versos mordaces e irónicos de un periodista que rimó la actualidad y retrató la sociedad conquense de su época

El Tío Corujo, primero sentado a la izquierda, con sombrero y bastón, junto al alcalde Conversa y el ventrilocuo Balder. / Campos - Ilustración Castellana.

Cuenca

“Hoy porque me viene en gana / y porque a rimar me retas, / voy a hacerle unas cuartetas / al mal herido Mangana. / Eres de Cuenca cimera / y por culpa del Erario, / no andas muy bien del horario / y rota tienes la esfera”. Así comenzaba uno de los centenares de ripios y versos que con la firma de El Tío Corujo y en la sección “De la Ventilla a Mangana”, el periodista Julián Velasco de Toledo tomaba el pulso informativo a la ciudad en el periódico El Día de Cuenca y posteriormente en La Ilustración Castellana, entre 1915 y 1930. Esta semana, en el espacio Páginas de mi Desván que emitimos los martes en Hoy por Hoy Cuenca, José Vicente Ávila nos da a conocer a un personaje que se hizo muy popular a través de la prensa de aquel primer cuarto del siglo XX, en los que la ciudad de Cuenca emergía con renovadas ilusiones de futuro.

La Cuenca de ‘los felices años 20’ en los divertidos versos de El Tío Corujo

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El Tío Corujo

Se trata de Julián Velasco de Toledo, que nació en la alcarreña localidad de Molina de Aragón el 17 de febrero de 1889. Su familia se estableció en Cuenca en los talleres tipográficos “Velasco”, situados en el número 12 de la calle Colón, además de contar con otro taller similar en Madrid. La razón social era Velasco Hnos. Impresores y en esos talleres de Colón contaban con varias máquinas planas y minervas, editando catálogos, revistas, cartelería, y hasta ediciones de lujo, incluso con algunas páginas a color utilizando la cuatricomía tipográfica de la tinta amarilla, azul, roja y negra, con cuatro tiradas, que era todo un adelanto en aquellos “felices veinte” que también vivió la ciudad de Cuenca. Julián, que era taquígrafo, fundó en 1914, junto a sus hermanos Ildefonso y Joaquín “El Día de Cuenca”. Hay que tener en cuenta que en ese primer cuarto del siglo XX la ciudad contó con varios periódicos, entre semanarios y diarios, y un número importante de talleres de impresión para la edición de prensa y sobre todo de libros.

¿Durante cuánto tiempo estuvo la familia Velasco al frente de “El Día de Cuenca”? Este periódico primero fue semanal hasta convertirse en diario. Julián empezó como redactor jefe, pero pasó a ser director sustituyendo a Ildefonso, tarea en la que estuvo hasta 1926, pasando luego a regir el diario un consejo de redacción hasta su desaparición en 1930. El administrador era su hermano Joaquín. Curiosamente, Julián Velasco se casó con una hija de Santiago López, otro histórico periodista conquense al que ya dedicamos un espacio. En una de sus varias epístolas en “Ofensiva”, el poeta y escritor Federico Muelas, que era admirador de Julián Velasco, y con el que mantuvo gran amistad, publicaba en su artículo “Recuerdo y llamada al Tío Corujo”, cuando éste ya se encontraba en Burgos:

“Los Velasco de Toledo constituyeron un clan familiar capaz de la galvanización de los más dormido cimientos seculares de los confines de la Celtiberia, donde según Baltasar Porreño, Cuenca está”. Señalaba Muelas que “la historia contemporánea de la vieja ciudad –se refiere a los años 20 y comienzo de los 30— pudiera hacerse utilizando como jalón la llegada de los Velasco de Toledo. Con ellos en la ciudad se iniciaron afanes hasta entonces dormidos”.

Incluso rogaba Federico a “El Tío Corujo” que sacase a la luz “el tesoro de su vida”, que fueran esos 15-20 años vividos en Cuenca, ciudad a la que llegó en la flor de sus 25 años de edad. Apuntaba José Luis Muñoz Ramírez, en El articulista de periódicos, en una nota al margen sobre aquella petición pública de Muelas, que Julián Velasco no aceptó aquel requerimiento y “de esa manera nos perdimos el que, sin duda alguna, hubiera sido extraordinario y esclarecedor testimonio de un protagonista directo de los años veinte en Cuenca y, singularmente, del mundo periodístico”.

Cebecera de 'El Dia de Cuenca', periódico dirigido por Julián Velasco de Toledo. 1923. / Archivo José Vicente Ávila

Los ripios, versos, estrofas y coplas cómicas de “El Tío Corujo”, se publicaban prácticamente a diario, recogiendo el quehacer cotidiano, la actualidad conquense. Y en la mayoría de las veces lo hacía con gran sentido del humor, en la sección que se hizo famosa en aquella época como lo era “De la Ventilla a Mangana”, que el lector encontraba en la portada de “El Día”, y que en algunos programas ya hemos citado en fiestas populares de la ciudad. Julián utilizó ese seudónimo como reconocimiento al conocido como “Motín del Tío Corujo” de 1763, con ocasión de la carestía y falta de subsistencias. Valgan algunos ejemplos de aquellos versos o ripios. Noche de reyes, que empezaba así:

Puse un zapato al balcón / por ver si algo me ponía / Melchor, y al siguiente día / lo encontré sin el tacón… /

Y concluía el ripio:

“Del balcón de nuestra vida / todos un algo esperamos / y conforme a viejos vamos / vemos la ilusión perdida”.

Vaquilla de San Mateo:

“En la vaquilla te ví, / y ví tu sangre torera / junto a una zurra, cañí, / a esa, se arrima cualquiera…”

Verbena de Santiago:

“Esta noche no se duerme; esta noche es la verbena más juncal y más castiza de cuantas celebra Cuenca.

Noche de tomar el fresco retrepao, junto a la puerta, al calor de unas mocitas despampanantes de güeñas…

con unos ojos de arroba y unas mirás que descentran…

al hombre más serenísimo que pisa la madre tierra…”

Después de Ferias:

De La Ventilla a Mangana. Ripios de El Tío Corujo. / Archivo José Vicente Ávila

Lector amigo y paciente,

ya se acabaron las ferias

y tornaron a su pueblo

el tío Rus y la parienta,

la sobrina del tío Roscas

y la chica del Albeitar.

Ya estamos anchos. Ya estamos

solos otra vez en Cuenca,

sin pelotones de gente,

sin prospectos en las mesas,

sin bocinazos de coches

y sin gorda en la cartera.

¡Qué polvo en Carretería!

Y qué mocicas más tiernas;

vaya lleno en los teatros;

vaya gente forasteras,

y vaya polvo en los toros;

a ver si el que viene riegan,

Dibujo de Wifredo Lam en Ilustración Castellana. 1927 / Archivo José Vicente Ávila

pues por culpa de Megías

tengo menuda ronquera.

Ha habido sus atropellos

de autos, como en cualisquiera

ciudad de viso y de moda,

y eso indica que progresa.

Hemos quemao nuestra traca

y se han acabao las fiestas…

Ya se pasó el vocerío,

ya no hay prisas en las tiendas…”

Estas estrofas han sido algunos ejemplos de la inmensa obra publicada en la prensa de Cuenca de aquellos “felices veinte” por “El Tío Corujo”, que mantuvo su sección “De La Ventilla a Mangana”, cuando junto a sus hermanos sacó a la luz otro medio impreso, en este caso mensual, como lo fue “La Ilustración Castellana”, desde esos talleres de la saga familiar en la calle Colón.

Una revista de 30 páginas, en papel satinado que mejoraba la impresión gráfica y portada a color, que comenzó su andadura en 1927, en pleno crecimiento de la ciudad. En esos “felices” 20 la ciudad moderna estaba creciendo con edificios como la Casa Caballer, el Gran Hotel luego llamado Iberia, amén de otros tres hoteles; el Centro Escolar y Parque de Canalejas, luego de San Julián, con su kiosco de la música, y la nueva fisonomía de Mangana; la plaza de toros y su anexo campo de fútbol, el teatro Cervantes y el Cine Ideal; seis farmacias entre Carretería y Calderón de la Barca; cinco entidades bancarias, incluido el Banco de Cuenca; nada menos que tres grandes garajes, entre ellos el de Roibal, luego convertido en cine Royal… La Cuenca antigua y moderna, con sus 15.000 habitantes, ya era atractiva para el turismo. El texto de Julián Velasco, en el número 2 de “La Ilustración Castellana”, de mayo de 1927 es definitorio:

“Cuenca está de moda. El turista, el intelectual, el pensador y el artista, ya declaran paladinamente que la metrópoli de la Serranía, la perla del océano de pinares, subyuga, atrae y enseña.

Sus montañas, sus torcas, sus hoces, sus cuencas, su paisaje inconfundible y sorprendente, adquiere celebrada divulgación de propios y extraños, loanzas de escritores ecuánimes y exaltaciones de silenciosos estadistas.

Una portada de 'Ilustración Castellana', con dibujo de Rafael Pérez Compans. 1927. / Archivo José Vicente Ávila

La ciudad ha sabido ponerse a tono con los halagos de sus visitantes y hermosear su abandonada urbanización. Tiene bellos jardines, buena pavimentación y hoteles modernos. Los servicios de la Municipalidad se han mejorado notablemente y su presupuesto es de 1.640.105,58 pesetas, cuando hace años no excedía de seiscientas mil.

Aunque tarde, ha logrado renovar los viejos criterios y marchar por rutas y orientaciones necesarias para el engrandecimiento comercial y económico de la ciudad, sin perder la tipicidad histórica y artística que el turismo admira incansable…

Hoy se asoma airosa, magnífica, empujada por su vitalidad, por su riqueza minera, forestal, fluvial y agronómica, sin los harapos de Cenicienta que las Cortes daban con el pie.

Cuenca ha volcado el tintero sobre las páginas luctuosas del siglo XIX, que tanto daño la hicieron apasionados historiadores, y cara al cenit del progreso, de la cultura y de la libertad, en la bigornia de sus virtudes castellanas labora, trabaja y pule el berroqueño pedernal de su nueva ciudadanía…

El verde esmeralda de sus copudos pinares centellea en sus ojos con la esperanza de lograr muy pronto la cumbre de sus anhelos y de sus realidades”.

Sin duda un texto de altura literaria como de esperanzadora ilusión de futuro, pero no quisiera terminar este recuerdo a “El Tío Corujo” con uno de los versos en “La Ilustración” sobre conocidos apellidos de conquenses sin relación de lugar o profesión. Recitaba así:

No hagas caso de las ciencias

que a veces resultan rancias,

léete estas disonancias

y verás qué incongruencias…

Felipe Murcia, es conquense;

Julián Soria, no es soriano;

ni Navarro es de Navarra;

ni don Gabriel, hortelano.

Ni Alcántara, es de Madrid.

Ni Corral es de Almaguer;

ni Benítez de las Casas,

creo que tampoco es.

Del Pardo no es Ángel Pardo;

ni Justi, lo es de Alarcón;

ni Velasco, de Toledo;

ni don Paco, de León.

Ni don César, tiene huerta;

ni en Borrego, hallarás lana;

ni está cansado, Cansado;

ni Cano, tiene una cana.

De Olivares, no es Cesáreo;

ni un boticario, de Algarra;

ni Alegría, es hombre alegre;

ni Barreña, tiene barra.

No es una Mota don Paco,

porque es alto y se le ve;

ni echa, agua Luis de la Fuente;

ni Cuartero, un cuarto es.

De Castro-Urdiales, no es Castro;

pinos no tiene Pinós;

ni es abad Víctor, me consta;

ni Elías, verde, ¡qué horror!

Nicasio, ¿cuándo fue Guardia?

¿Nació en el monte Romero?

Almagro ¿es hombre de magras?;

¿ni es Fontana fontanero?

No es ya garrido, Leopoldo;

ni es de los Condes, Carrión;

ni la Rica, es hombre rico;

ni una sima don Simón.

Rojo, tiene el pelo negro;

Santiago, no es santiagués;

Pura, ya tiene tres hijos,

y Calvo, calvo no es.

Y así lector, habrás visto,

que, por los clavos de Cristo,

es todo contradicción,

y dime tú, que eres listo,

si no tengo yo, razón”.

Un año de vida tuvo aquella “Ilustración Castellana” que contó con dibujos sobre aquella Cuenca de 1927, del cubano afincado en Cuenca, Wifredo Lam, Pérez Compáns, Pedraza Ostos, hasta de Sorolla, entre otros, y en 1930 dejó de publicarse “El Día”. Julián Velasco “El Tío Corujo”, se marchó a vivir a Burgos donde emprendió otras tareas, entre ellas la publicación de la Revista “Estrofa”, cuaderno mensual de los artistas burgaleses, donde no faltaron artículos sobre Cuenca. Escribió algunas zarzuelas y varios libros en prosa y verso y comedias. Joaquín Velasco “El Tío Corujo” falleció en junio de 1972 y Federico Muelas, que ya se encontraba delicado de salud, dictó su artículo “Ha muerto El Tío Corujo”, destacando su labor periodística en Cuenca en esos años veinte, recordando una cuarteta de un poema de Velasco que ganó la Flor Natural en unos brillantes Juegos Florales: Cuenca, castillo, hidalguía, / tierra de recios hogares, / océano de pinares / y flor de la Serranía”.

 
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