1999: Lás lágrimas del Piojo López
Imagen de archivo de www.valenciacf.com / Valencia CF
Valencia
Casi medio siglo después de la goleada al Barça (0-3) en la final de 1954, el murciélago nos regaló noventa minutos inolvidables el 26 de junio de 1999. Otra victoria apoteósica, en este caso contra el Atlético de Madrid. La sexta Copa del Rey llegó tras una exhibición de autoridad y juego. Aquel Valencia era ya un equipo de autor, consumada la transición hacia el modelo de contragolpe y velocidad que Ranieri pulió como un orfebre durante año y medio.
Para ello, fueron claves los dos jugadores que brillaron con luz propia en La Cartuja esa cálida noche de verano: Gaizka Mendieta y Claudio López. El centrocampista castellonense supo reinventarse a base de inteligencia y tesón hasta convertirse en uno de los mejores futbolistas del mundo en su posición. Interpretando de manual el golpeo al espacio, llegando a portería contraria desde segunda línea y leyendo los desmarques de ruptura del atacante argentino, Mendi era la clave en el puente de mando. Arriba, el Piojo imponía su ley. Ranieri supo aprovechar su diabólica electricidad y basó los automatismos del equipo en sus características. El Valencia jugaba para él. La fórmula funcionó a la perfección.
Es literalmente imposible disociar la final copera de 1999 del gol que dibujó Mendieta superada la media hora de partido. Fue el 0-2. Acunando con el pecho un envío a la frontal de Adrian Ilie, recurrió al exterior de la bota derecha para fabricar un sombrero con el que eludió la marca de Aguilera y Bejbl. Ya ante la portería atlética, cambió de pie para vacunar a Molina con una volea imparable. Los aficionados valencianistas se frotaban los ojos. Una obra de arte para toda la vida.
El Valencia mereció aquella Copa. La ganó de ley, como siempre dice Santi Cañizares, que en aquel tiempo ya era nuestro Dragón. Hasta llegar a la gran final contra el Atleti, eliminó al Levante, al Barcelona -ganando ambos partidos con un Piojo estelar- y al Real Madrid, haciéndole seis tantos en una noche de apoteosis en Mestalla. Fue el mejor equipo de la competición, sin ninguna duda.
La victoria, además, servía para romper con una sequía de casi dos décadas. Valencia soñaba con un título que fue el primero para toda una generación educada en la frustración y la espera sin gloria. Aquella noche rompimos a llorar, por fin, de alegría. Como le sucedió a Claudio López. Tras sentenciar el partido con una cabalgada contra el destino que suponía el 0-3 definitivo, se abrazó a Javi Farinós roto de cansancio. Cuando se giró buscando con la mirada la llegada de más compañeros para festejar, sus ojos estaban inundados de lágrimas. Como los nuestros. Campeones.
Fran Guaita
Jefe de Deportes en Radio Valencia y director de SER Deportivos Valencia
