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Fiesta de los Mayos

El "mayo" de Cuenca se remonta a 1507 cuando se cantaba a la "maya"

Recorremos la provincia descubriendo las particularidades de las canciones típicas del mes de mayo y que aún perduran en los pueblos conquenses

Rondalla de Priego por la calle Astrana Marín, 1954. / Cuenca en el recuerdo, de Antonio Rodríguez.

Cuenca

Una de las tradiciones que se transmiten de generación en generación en la capital y provincia de Cuenca es la del canto del “mayo” y canciones de ronda durante el florido quinto mes del año, que se renueva cada lustro con nuevas voces o grupos, pero siempre con el mismo son. Por ello, mediado mayo, en Páginas de mi Desván, el espacio de radio que coordina José Vicente Ávila y que emitimos cada martes en Hoy por Hoy Cuenca, ahondamos en la antiquísima costumbre de cantar o elegir el “mayo” para la “maya”, que se remonta nada menos que al año 1507, e incluso rescatamos el dato curioso del 31 de mayo de 1954, con la celebración de un certamen de mayos de grupos de la provincia en la Plaza Mayor, con el canto del “mayo” a la Virgen de la Luz ante 15.000 personas.

El “mayo” de Cuenca se remonta a 1507 cuando se cantaba a la “maya”

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Hay un dato que se remonta a 1507 y que viene a significar que el “mayo” conquense tiene más de 500 años. Precisamente respecto a los mayos de Cuenca el periódico “Ofensiva” publicaba en 1959, un trabajo sobre “la antiquísima costumbre de elegir Mayo para la Maya” en el que el autor del trabajo, sin firma, aporta un documento encontrado en el Archivo Municipal, legajo 222, que daba a conocer en prensa y que decía así: “Cuenca, 27 de abril de 1507. Este día, los dichos señores Corregidor y Regidores mandaron que por quitar escándalos que hay en el traer armas los mozos que andan con los Mayos y porque este año pasado mataron un mozo, mandaban que ningún mozo ni personas con los Mayos traigan armas, sopena que las hayan de perder, y mandan pregonarlo en la Plaza de la Picota y otras plazas”. La plaza de La Picota era la Plaza Mayor

Ese acuerdo de 1507 del Ayuntamiento de Cuenca, hace pensar, según el cronista de “Ofensiva”, que “el mayo era una costumbre tradicional de la ciudad y como costumbre no se consignaba, a no ser por alguna circunstancia excepcional, como en este caso, gracias a la cual se aporta una noticia histórica a esta tradición tan poco documentada”.

Mayas y mayos de la Vega del Codorno (Cuenca). Estampa, 1928

Mayas y mayos de la Vega del Codorno (Cuenca). Estampa, 1928 / Rafael Campos

Una costumbre que también tenía eco en la provincia durante el mes de mayo. Precisamente el autor del trabajo venía a señalar en la prensa conquense de hace 60 años, que “en Cuenca, afortunadamente, no se ha perdido el canto de los mayos”, y ya citaba a la provincia con “las variantes propias de cada pueblo; así, los de Beteta tienen cierto parecido con los de Albarracín; en Horcajo de Santiago cantan dos formas distintas, aunque ambas responden al tipo de “dibujar el mayo”; en la Mancha también dibujan el mayo”, apunta, que viene a ser como “pintar el mayo” como veremos más adelante. Concluye señalando el autor que “en Cañamares y Beteta esta tradición sigue con toda su pureza; incluso en la última localidad le “echan” el mayo a la Virgen con San José. Esta costumbre de elegir mayo para la maya es una de las formas más antiguas que se conocen”, termina diciendo el autor de ese trabajo.

Hay que resaltar que en el folklore español se solía denominar maya a una niña o joven preadolescente, ataviada con una corona de laurel y otros adornos con flores, a la que dedicaban el mayo los mozos, aunque en algunos lugares aún existe esa costumbre, si bien con el paso del tiempo la palabra maya ha ido desapareciendo del cántico que da la bienvenida al quinto mes del año, con esa famosa entradilla de “ya estamos a treinta del abril cumplido, alegraos mozas que mayo ha venido”, en lugar de alegraos mayas que mayo ha venido.

Campesinas de Valdecabras (Cuenca). Estampa,1928.

Campesinas de Valdecabras (Cuenca). Estampa,1928. / Conde de la Ventosa

Dado que la provincia de Cuenca tiene esas regiones naturales de Sierra, Mancha y Alcarria los mayos ofrecen también esa variedad como el de Las Majadas. Venía a decir el musicólogo y organista de la Catedral de Cuenca, Miguel Martínez Millán, autor del Cancionero Folklórico Popular” de la provincia de Cuenca que el mayo tiene cuatro versiones: “la melodía tradicional, las variantes de la Sierra, que son una nueva creación, y los ritmos muy especiales de Monteagudo y Casas de Benítez. Suena esta música al siglo XVIII y algunos, por su letra”, a últimos del siglo XVII”. Explicaba Martínez Millán, a quien tuve la suerte de poder entrevistar, que “al hilar las melodías de los mayos saqué la impresión de que todos proceden de una melodía tan popular y antigua, que se ha encarnado en el “Pange lingua” al modo español, con el que están conexionados muy estrechamente los mayos que se cantan por Castilla”, y en el caso de Cuenca, el mayo de Las Majadas, rescatado en magnetofón por Anastasio Martínez, es sin duda el mejor de la provincia”. En ese cancionero, Miguel Martínez le da el nombre de maya a algunas composiciones de la provincia.

Curiosamente, en la revista “Estampa”, que modernizó el periodismo gráfico español, publicó Juan Giménez de Aguilar una doble página en junio de 1928, con el genérico título de “Costumbres españolas: Los “Mayos” de Cuenca”, del que entresacamos algunos curiosos párrafos, si tenemos en cuenta que han pasado 90 años: “Como un oasis en el desierto espiritual que van ensanchando en torno suyo la despreocupación y la frivolidad contemporánea, ofrece la vida aldeana curiosas supervivencias de aquellos otros tiempos, en que la cosa más mínima tenía un sentido y fondo religioso, y todo estaba sujeto a un solemne y pintoresco ceremonial (…)

Todavía en muchos pueblos de la Sierra de Cuenca se celebra el Calendimaggio, como en Toscana, en Siena y Siracusa; pero en cada lugar tiene una curiosa característica, aunque todos aquellos coinciden en festejar la renovación, la juventud y el amor.

A los cantos suele acompañar la ofrenda de flores y preseas, que los pretendientes hacen a sus mayas; que también es costumbre correspondan al obsequio. En muchas partes equivale a la declaración formal “dedicar el mayo” –appicare il maggio--, como en Italia, a la puerta de una moza”.

Además de relacionar el canto del mayo conquense con el Calendimaggio de Florencia y la mayor parte de la región de la Toscana, citaba Juan Giménez de Aguilar la costumbre de Cañada del Hoyo en la que los jóvenes se concentraban el 30 de abril para cantar el mayo en lo que fue plaza de Armas del Castillo de Juan Hurtado de Mendoza, con estruendo de descargas y canciones guerreras, cantando a la beldad serrana: “La frente espaciosa, / que es campo de guerra, / donde el rey Cupido / plantó su bandera”. Y añadía quien fue riguroso cronista de Cuenca:

Reportaje en la revista Estampa en 1928.

Reportaje en la revista Estampa en 1928. / Archivo José Vicente Ávila

“En las aldeas de Beteta –que saben de D. Enrique, el príncipe nigromante, y del doncel Macías el Enamorado —cada maya se adjudica al más espléndido de sus pretendientes, cuando hay varios que la solicitan. Y luego ha de bailar con él todos los días que dure la fiesta.

Es costumbre muy extendida por casi toda la provincia, que en la vísperas de las festividades religiosas que se celebran durante los meses de mayo y junio –San Isidro, San Pantaleón, San Antonio, etc.--, se cante el “mayo” a los santos titulares; y en Sotos y otras aldeas próximas, también el cura es agraciado en la distribución de parejas, aunque ésta suele ser la Patrona del lugar”.

Antes hablábamos de “dibujar el mayo” y aquí escribe Giménez de Aguilar: “Frecuentemente se dice “pintar el mayo” a la tradicional serenata, y en sus estrofas abundan los términos y recuerdos del arte: “Cara fina, hermosa / pintura de Apeles, / para retratarte / no tengo pinceles”.

Concluye quien fuera historiador conquense Don Juan, en el semanario “Estampa” de 1928: “Grande debió ser el arraigo de los mayos en toda la comarca cuando, en la propia capital de la provincia perduran, aunque en decadencia, las típicas y tradicionales serenatas. Mas en ellas advertimos una diferenciación de caracteres, que también alcanza al número y categoría de los instrumentos músicos…

Aunque las trovas sean las mismas, unas veces es la ofrenda a la doncella humilde, que escucha deleitada la canción de amores del artesano que la corteja, y los músicos son sus compañeros de trabajo… y se escucha con indiferencia o desdén: “Que ha venido mayo / con sus bellas flores. / Ya los pajaritos / cantan sus amores…”

Aunque existen diferentes versiones y armonizaciones, el conocido como “mayo de Cuenca” tiene siempre una dedicatoria. La mayoría de las veces la dedicatoria es para una mujer, para la maya, o como indicaba Giménez de Aguilar, en festividades rurales muy populares como las de la Santa Cruz, San Isidro e incluso San Antonio. Algún mayo comienza con la tonadilla de “A tu puerta moza, / gozoso he llegado / a pedir licencia, / a cantarte el mayo…” o “ya estamos a 30 del abril cumplido…” en la mayoría de los pueblos.

El que conocemos como mayo de Cuenca “oficial” por decirlo de alguna manera, es la composición realizada entre finales de los cuarenta y comienzo de los cincuenta. La letra es de Victoriano Enrique Chávarri Peñalver, que fue fundador y primer director del periódico “Ofensiva”; de la música se encargó el rodense Enrique de la Hoz Díaz, que por entonces era el director de Radio Nacional de España en Cuenca, y fue Comisario Nacional para la Música. El arreglo musical lo hizo Alfonso Cabañas. La dedicatoria de este mayo es “a Cuenca” y va cambiando según a quien se cante.

Comentábamos en el inicio que en mayo de 1954, quince mil personas asistieron en la Plaza Mayor al Concurso de Rondallas, Danzas y Coros, con el canto del “mayo” grupal a la Patrona de Cuenca. Se recogía en “Ofensiva” que “más de quince mil personas acudieron a escuchar el “mayo” a la Virgen de la Luz”, y todo ello porque en ese certamen participaron doce grupos, que fue organizado por la emisora de radio que dirigía el citado Enrique de la Hoz. En “Cuenca en el recuerdo” Antonio Rodríguez evoca aquella jornada del lunes 31 de mayo de 1954, Año Santo Mariano por cierto: “La ciudad se inundó de varios miles de paisanos de la provincia el último día de mayo, que llenaron las calles, con jóvenes ataviados con trajes regionales, rondallas y grupos de danzantes dando una nota de color que de forma indeleble se grabó en quienes lo presenciamos. Recuerdo ver desde el balcón de mi casa en la calle Alfonso VIII la procesión con la imagen de la Virgen de la Luz, patrona y alcaldesa de la ciudad, que desde su santuario ascendía a hombros de los conquenses hasta la puerta de la Catedral llamada de San Lorenzo, que se corresponde con la nave de San Cristóbal… En la puerta de la catedral se situaron el obispo y clero y en tribuna especial las autoridades, con un lugar acotado para las rondallas y carrozas, que con cruces de flores, participaron en el desfile…”, apunta Rodríguez Saiz.

¿Qué grupos participaron en aquel concurso musical que debió ser todo un acontecimiento en aquella Cuenca de poco más de 25.000 habitantes? Fíjate, con 15.000 personas en la Plaza Mayor. La relación de actuantes por orden de actuación fue como sigue: “Los Veteranos”, de Cuenca con Nicolás Suárez, Jesús Ortega, Manolo Margeliza, Domingo Arias, Emilio y Armando Martorell, Juan Belinchón, Julián Carrascosa, Antonio Mohorte, Carlos Álvaro, Antonio Cantero, Antonio Serrano, Antonio Iniesta o el mismo Adolfo Bravo, y los guitarristas Ismael Martínez y Teodoro del Olmo; las rondallas de Priego y Santa María de los Llanos; el Grupo de Danzas de Moncalvillo de Huete; la rondalla juvenil de la Sección Femenina; la Rondalla de Villanueva de la Jara; la Rondalla del Frente de Juventudes; la agrupación “Iris” de Las Pedroñeras; la rondalla de Motilla del Palancar; Danzas de Cervera del Llano y los Tunos de Huete.

Fuera de concurso actuó la Rondalla y Coros de Requena, integrada por 75 músicos y cantores, pues Requena perteneció a la Diócesis de Cuenca hasta junio de 1957. Intervino la Schola Cantorum del Seminario Conciliar de San Julián con la Salve Regina de Vicente Goicoechea, y al final todos los grupos cantaron el “mayo” a la Virgen de la Luz en esa plaza abarrotada, y el himno a la Patrona “Luz, con música del organista que fue de la Catedral de Orense, Julián Ortiz Peña, natural de Villalba del Rey.

¿Qué grupos fueron los mejores de aquel concurso provincial de mayos y canciones de ronda de hace sesenta años? El jurado lo debió tener difícil a la hora de conceder el premio, y tomó una decisión salomónica, tras dejar desierto el primer premio, distribuyendo su importe entre todos los grupos. El segundo premio fue para los Tunos de Huete y aún se concedió un premio especial de la emisora para la Rondalla de Priego. El siguiente día, martes 1 de junio y festivo, la Patrona de Cuenca volvió a su ermita en procesión desde la Catedral, con el recorrido de la calle del Peso y Puerta de Valencia, para pasar hacia las dos de la tarde por Carretería, sin que faltase en algún momento la lluvia. Ya suele ser costumbre que en la media noche del 31 de mayo se cante el mayo a la Virgen de la Luz, en tanto que es el 30 de abril cuando se le dedica a la Virgen de las Angustias en su ermita.

 
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