La calle del Peine
La calle del Peine, que nunca ha existido oficialmente en el nomenclátor de la ciudad, hace referencia al nombre popular que adquirió la calle San Antonio, rebautizada así por encontrarse allí el famoso Mesón del Peine

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Valencia
La semana pasada me llegó a la redacción de Radio Valencia la petición de una oyente que quería saber dónde estaba, y si todavía existía, la calle del Peine. Al parecer era una calle que visitaba con frecuencia durante la infancia y que ahora quería localizar, pero después de infructuosas búsquedas en callejeros y webs especializadas no había conseguido encontrar ninguna referencia al respecto. La única pista que aportaba era que, a pesar de los años, recordaba que dicha calle del Peine debía estar por la avenida del Oeste.
Nunca antes había oído ni leído tal denominación para ninguna de nuestras calles o plazas, y he de reconocer que eso siempre agita más el espíritu investigador. Como siempre, lo primero es consultar la bibliografía y fuentes básicas, pero en ellas el topónimo Peine no aparece por ningún lado. Ni rastro en el callejero de Valencia, ni actual ni de los últimos 200 años. Tampoco forma parte de la toponimia urbana clásica que cita Orellana o que aparece en el plano del Padre Tosca. Ni siquiera se encuentra entre la toponimia desaparecida a raíz de la apertura de la avenida del Oeste, como en un principio se podría pensar.
En este contexto, la primera hipótesis que barajé fue la posibilidad de que Peine fuese una alteración, una mala transcripción o traducción de otro topónimo clásico que nada tuviese que ver con el sustantivo Peine (situación por otro lado bastante habitual en nuestro nomenclátor) y que la vía en cuestión apareciese bajo otra denominación como podría ser Pena, Peana o incluso Raspall o Pinta. Pero aun existiendo algunos de estos topónimos en nuestro callejero, ninguno de ellos se ajustaba a las coordenadas geográficas y temporales de partida.
La siguiente hipótesis fue la de valorar que el apelativo “peine” fuese una denominación vulgar. Es decir, que el nombre oficial de la calle fuese otro, pero que popularmente se conociese como calle del Peine. Esta hipótesis descartaba por tanto la documentación administrativa y me obligaba a bajar al barro, a la memoria colectiva, a la literatura popular, a la cartografía apócrifa y a los blogs furtivos.
Finalmente, después de unas cuantas idas y venidas, las pesquisas empezaron a dar sus frutos, y en el horizonte apareció como agua de mayo una referencia que cumplía todos los parámetros: El Mesón del Peine. Este establecimiento, ya desaparecido, alcanzó cierta notoriedad en la Valencia de los 60 y los 70 del siglo pasado. Estaba situado en un solar de la calle San Antonio, un callizo angosto, sin salida y en forma de L situado entre las actuales calles de Editor Aguilar y Beata, adyacentes a la avenida del Oeste. La cerveza, la sepia y sus famosas patatas al ajimoroji, precursoras de las patatas bravas, todavía permanecen en el imaginario popular. No es difícil encontrar parroquianos que aún lo recuerdan con entusiasmo. El enigma de la calle del Peine tocaba a su fin.
En un proceso muy habitual de metonimia topográfica, el famoso y reconocible Mesón del Peine, erigido como referencia geográfica del barrio de Velluters, había acabado dando nombre a la discreta calle de San Antonio, que durante aquellos años fue conocida como la calle del Peine, un topónimo sin duda más práctico y funcional. De igual manera que la calle del Muro de Santa Ana era (y es) más conocida como la calle de la Casa de los Caramelos, por ejemplo, a pesar que este comercio hace años que cesó su actividad.
Y es que así era como antiguamente se denominaban las calles y plazas, a partir de apelativos populares que facilitasen la orientación dentro de la ciudad. Así por ejemplo, conocidos hostales y mesones de Valencia daban nombre a las calles donde se situaban, algunas de las cuales todavía se conservan en nuestro nomenclátor, como la calle del Mesón de Morella o la calle del Mesón de Teruel. Sin embargo, la calle del Mesón del Peine no pasó de ser una mera denominación vulgar, porque para entonces ya no era el pueblo el que se encargaba de sancionar los nombres. Su nombre, sin embargo, todavía reside en la memoria de la ciudad, como así nos lo ha hecho saber nuestra oyente cuando recordaba sus visitas a la calle del Peine. La del Mesón.