La travesía
Ana Esther Martínez Menaya
Bilbao
Hay una voluntad firme y dulce en la proa de ese barco que navega hacia nosotros.
Su casco poderoso encierra el susurro de voces y emociones que desdeñan la deriva.
Puedo sentir el frío. Las gotas de sal y de lluvia. La soledad que lo rodea.
Por eso ella, que es quien lo maneja, le obliga siempre a acompañarse de sí mismo, más lejos, más pequeño, en mantenido rumbo y misterioso juego. Hasta que, agotada ella , y también sus azules, contempla satisfecha la larga travesía que va, desde su ensoñación, a la pared, que llena de aguas y colores.