Manrique, asignatura pendiente de Gran Canaria
REPORTAJE CESAR GRAN CANARIA
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Las Palmas de Gran Canaria
La obra de César Manrique en Gran Canaria es casi inexistente. Hay dos murales localizados en dos hoteles del sur de la isla, y la única obra pública era una escultura de viento en La Puntilla, en Las Canteras, que se retiró para su restauración. Y eso que el propio César se confesaba enamorado de Gran Canaria, donde vivió largas etapas en su infancia en Ciudad Jardín, en el Paseo Madrid, además de su juventud relacionada con la familia Millares.
En 1991, en plena campaña electoral, con Emilio Mayoral (PSOE) de alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, se presentó un proyecto para la zona de el Confital, que en aquel momento estaba lleno de chabolas. Incluía piscinas, campo de golf y zonas de restauración y discotecas. La idea entusiasmó a los vecinos de La Isleta y Las Coloradas tras una asamblea donde participó el propio César Manrique, que veían una idea de impulsar la zona en la bahía de Las Canteras cuando todavía no se había ampliado la avenida ni existía el Auditorio Alfredo Kraus. Sin embargo todo quedó en una maqueta más de todas las que se han quedado sin realizar en la ciudad y que cuando se trasladaba a la isla, también estuvo a punto de desaparecer aplastada por un camión en el barco que la trasladaba desde Tenerife.
En 1994, un año después de su muerte, fue nombrado hijo adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria. En 2013 su figura y su obra inundó el centro de arte La Regenta, y ahora en su centenario, hasta septiembre ocupa todo el Centro Atántico de Arte Moderno, el CAAM, en Vegueta.
La especulación, la superpoblación y un modelo turístico que chocaba con las ideas de César quizás están detrás de la ausencia de su obra en Gran Canaria, aunque su espíritu permanece en la isla en voces como la de Pepe Dámaso.