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OPINIÓN

Histeria colectiva

En torno al Numancia se está generando un estado de nerviosismo en parte lógico por la trayectoria y situación del equipo

Cadena SER

Soria

Se está poniendo la cosa muy tensa, demasiado a mi juicio. Diría que hasta está cundiendo la histeria colectiva. En parte lo entiendo, pero no lo comparto. La situación del Numancia es, por un lado, como para ponerse nervioso, pero, por otro, creo que no es para tanto. A falta de 8 jornadas para el final de la competición hay demasiadas dudas, incertidumbres, temores, nervios y, por tanto, falta de serenidad, que es lo que hace falta de verdad a estas alturas de la temporada.

Repito que entiendo que la afición esté nerviosa, con el Numancia a cuatro puntos del descenso y con extrañas sensaciones agridulces. No termina el equipo de ser regular. Bueno, realmente no lo ha sido en todo el curso, dando una de cal y otra de arena, prácticamente de forma constante. Y es que, como llevo diciendo desde hace semanas, el peor rival del Numancia se llama Numancia. Lo reconoció López Garai el pasado viernes.

Y precisamente el técnico rojillo es la diana de casi el cien por cien de las críticas. Como entrenador es, lógicamente, en gran parte responsable del rendimiento del equipo, eso ni él mismo lo esconde. Las alineaciones, el sistema, la carencia de un plan B más evidente para sorprender al rival, alguna desafortunada declaración en rueda de prensa... Lo que ustedes quieran, así lo reflejan muchos aficionados en redes sociales, siempre dentro de una crítica constructiva y deportiva (y luego vuelvo, por cierto al tema de las críticas). Pero también reconocerán que hay ciertos factores que a lo largo de los 90 minutos se escapan de la mano del entrenador. Culpar a López Garai de fallos puntuales e individuales (que acaban siendo mortales) como los de Juan Carlos en Tenerife, Carlos Gutiérrez en Tarragona o de Nacho este domingo, por citar algunos, y sin ninguna intención de poner en entredicho a los jugadores, son accidentes. Eso sí, accidentes que forman parte de una estadística demencial, que es la de los goles en el arranque o el final del partido o de uno u otro periodo, en total 22 (la mitad). Un dato: 8 goles encajados del minuto 85 al 90 que suponen que hayan volado 10 puntos, que se dice pronto. Fíjense, 40 que tiene el Numancia, más esos 10… En fin.

Y, volviendo al tema del nerviosismo, repito que lo entiendo, pero no lo comparto. Creo que no es momento de que cunda el pánico. No al menos de momento. Con cuatro puntos sobre el descenso y el golaveraje directo ganado a Córdoba, Nástic, Extremadura, Lugo y Tenerife, aún hay un pequeño margen para ser optimistas, al menos moderadamente. Conscientes del realismo de la situación, pero siendo positivos. Hay vida, hay esperanza y posibilidades realistas y claras de que este equipo está capacitado para revertir la situación en las jornadas que quedan y celebrar una permanencia que, no hay que olvidar, es el objetivo principal del Numancia.

Y volviendo también a la cuestión de las críticas. Aplaudo las críticas constructivas, las quejas y llamadas de atención sobre temas tácticos, técnicos o la valoración sobre el entrenador, sobre la conveniencia o no de su continuidad. Son opiniones personales, ideas, sentimientos… absolutamente respetables, siempre que se planteen desde el respeto, con educación y con criterio. Caer en el insulto, en el desprecio, en la provocación, en la mentira o en el ataque gratuito para hacer daño, nunca. Nunca se debe sobrepasar esa línea roja. No es crítica, es falta del más mínimo sentido común y la demostración de un ‘hooliganismo’ impropio del deporte e, incluso, del civismo.

 
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