Fabriciana Ballesteros, la maestra de Fuenlabrada que fue la primera concejala de la ciudad
Abrió un colegio en su casa y fue la primera mujer en el Ayuntamiento del 79
Fuenlabrada
“Seguramente no era consciente de que estaba haciendo cosas que no eran muy habitualespara una mujer en esa época”, dice Fabriciana Ballesteros. 83 años llenos de experiencias que ahora rememora en nuestro programa, con la humildad sincera y amable que le caracteriza. Y es que esta salmantina, afincada en Fuenlabrada desde muy joven, visibilizó a la mujer en un momento de nuestro país en que las féminas tenían su ámbito de actuación reducido a la casa y la familia.
Ella, casi sin saberlo, de forma natural, como el devenir de la vida, comenzó a dar clases en el comedor de su casa en el año 1961. Ahí comenzó a convertirse en “la maestra de Fuenlabrada’, que ha dado clases a varias generaciones. “Yo llegué muy joven y lo que quería era trabajar porque era necesario. Siendo novios, mi marido, Francisco Herrero, y yo lo teníamos claro”. Así que en una Fuenlabrada con solo dos colegios, el General Varela y Los Arcos, el comedor de Fabriciana empezó siendo una academia con dos turnos. Seis u ocho alumnos por la mañana y hasta 24 por la tarde. “Compramos pupitres en el rastro”. Era una Fuenlabrada todavía pueblo, donde ir a coger el tren era casi una aventura. “Para ir a la estación ya era un mundo, lejísimos. Estaba el tren y los autobuses que salían dos veces al día”, no había otro medio de comunicación.
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Así estuvo dando clases, hasta que la aconsejaron inscribirse como colegio en el Ministerio de Educación. Así lo hizo y en el 63 salió publicada en el BOE la existencia de un nuevo centro educativo, el colegio Virgen de la Vega en Fuenlabrada. Pero, a medida que el pueblo crecía dieron el salto a una nave, que antes había sido “una nave de pollos, que después fue mi colegio y ahora es la sala Vogue”. Fue en los años 68-69. Pero no fue el único cambio. Hubo otros más con el paso de los años hasta que en el curso 98-99 abrieron sus puertas las actuales instalaciones del colegio.
En su periplo vital, Fabriciana también tiene una faceta poco habitual. Fue la primera mujer concejala del primer ayuntamiento democrático de Fuenlabrada. Ella y su marido resultaron elegidos en un partido independiente. “La política a quien le gustaba mucho era a mi marido”, aunque reconoce que los meses que estuvo, tuvo fuerza y “tiraba para adelante, pero en los plenos cuando intervenía mucha gente me pitaba de una manera espantosa. Yo creo que era por no ser del PSOE que gobernaba, aunque yo con Manuel de la Rocha, al que aprecio mucho, me llevaba muy bien y él siempre se levantaba y pedía al público que se callara”. Pero la crianza de sus hijos y el magisterio pudieron más y volvió a las clases.
Ha dado clases a generaciones de fuenlabreños, padres, hijos y nietos, con muchos de ellos, reconoce, “tengo una relación de afecto y cariño, esa es la parte buena, veo padres de alumnos que han estado en el colegio hace muchos años y nos abrazamos como si fueramos de la familia”.
A sus 83 años no deja de ir ni un día al colegio que ella creó siendo muy joven. Fabriciana ha plantado la semilla que siguen cultivando sus dos hijas y una nieta, encargadas ahora del centro. Mujer honesta, sincera y humilde dice no haber hecho nada especial. “Cada día me levantaba con ganas de hacer bien la cosas, como madre, como profesora y como vecina del pueblo”. Así de sencillo y así de difícil. Y es que Fabriciana no se da cuenta de que las cosas más normales, hechas con honestidad y sencillez, pueden llegar a ser las más extraordinarias.