Ocio y cultura
JUICIO POR LA GESTIÓN DE LA FUNDACIÓN CELA

Marina Castaño niega malversación de fondos públicos y alega que quería dejar "saneada" la fundación

.(EFE)

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Santiago de Compostela

Este lunes arrancaba en la Sección Sexta de la Audiencia de A Coruña, en Santiago, el juicio en el que se sientan en el banquillo la viuda del nobel Camilo José Cela, Marina Castaño, Dositeo Rodríguez, exconselleiro con Manuel Fraga y antiguo miembro del patronato de la Fundación Cela, su hija, Covadonga Rodríguez, en calidad de subdirectora y el exgerente de la Fundación Cela, Tomás Cavanna, al que en 2010 se pagó 150.000 euros cuando abandonó el cargo.

Todos ellos están acusados de malversación de fondos públicos. Para ellos la fiscalía pide 4 años y medio de cárcel e inhabilitación absoluta durante ocho años, además de indemnizar a la Xunta con 150.000 euros de forma conjunta.

Durante la primera sesión del juicio, los acusados afirmaron una y otra vez que el despido de Tomás Cavanna fue real, no simulado. Con igual insistencia negaron la existencia de un pacto para que el exgerente cobrase una indemnización fuera de los límites legales.

De esos 150.000 euros Marina Castaño afirma no saber nada. "Fueron los contables", explicó, los que habrían fijado la cuantía. Su preocupación era entregar una entidad "saneada" a la Xunta y en ningún momento pretendió malversar fondos públicos. De lo demás no se acuerda, tampoco de la correspondencia que intercambiaron los acusados. 10 años después solo recuerda que la entidad atravesaba una complicada situación económica y que la salida de Cavanna era necesaria, por eso tomó la decisión.

Dositeo Rodríguez enfocó su declaración desde el punto de vista de su gestión como representante autonómico. Afirmó que el gobierno gallego estaba al tanto del despido y que incluso lo exigió como condición para rescatar la entidad. De dónde salieron los 150 mil euros, según el expatrono, es lo correspondiente a 32 días por año trabajado. Es más, añadió que la Xunta le dio el visto bueno a esta cantidad y que todo ello aparecía reflejado en un plan de viabilidad. También reconoció que los fondos para pagar la salida de Cavanna llegaron después de aprobarse el despido.

El presunto beneficiario, Tomás Cavanna alegó que él no quería marcharse, pero era consciente de que su etapa en la fundación acabaría en cuanto la Xunta tomase las riendas.

 
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