Sala Vacío
George Daniel Ivan
Bilbao
Después de aquella desagradable pesadilla desperté aterrorizado y pensativo, me quedé al borde de aquella incomoda cama. Mi mirada se perdía en el vacío de aquel apagado habitáculo que lograba transmitir la más triste esperanza. Las lágrimas invadían mi pálido y descompuesto rostro dejándome caer en la profundidad de mi propia alma. Mi esquelético cuerpo temblaba con fuerza a la par que mi corazón palpitaba con gran inquietud.
Entrelacé mis manos y seguí pensando en aquella desgracia, hasta darme cuenta qué esta se convertiría en la cruda realidad.