Semillas de calabaza
Mercedes Vega
Bilbao
Era una apacible tarde de primavera. El público miraba con sosiego el verde paisaje de Barceló. De pronto la tierra se abrió. Las llamas aparecieron por doquier. El verde del bosque tomó un tono calabaza. La luz iluminó todo el espacio. El sonido acompañante a cada explosión resultaba aterrador. Sin tiempo de reacción, la gente huyó despavorida llevando consigo lo más preciado, su vida.
Todo quedó abandonado, desolado. Únicamente cinco ejemplares quedamos con vida. Y ahí nos quedamos. En la parte superior del cuadro. Unas semillas sin aparente valía pero con el valor suficiente como para sobrevivir al desastre.