El totem del sapo
Bilbao
Madre Tierra, tras observar El gran oval de Tápies tengo que hacerte una confesión.
¿Te acuerdas del sapo que cruzaba la calle y visitaba nuestro jardín las noches de verano? Apareció atropellado delante de la puerta. Fui yo, involuntariamente.
Se plantó frente a la luz de los faros levantando su grueso cuerpo como una efigie. Avancé despacio, pero buscó su fin bajo las ruedas. Era el espíritu de aquel me arrebató el amor de mi juventud. Lo sé por su actitud y ojos saltones. Hace tiempo que falleció, pero de nuevo me utiliza para sacar su espíritu de ese batracio