Quieta
Carmen Luna
Bilbao
Ese día por la mañana había ido al museo. Cuando vi “florero con tulipanes” decidí volver a pintar. Me haría bien tener un aliciente, dar unas pinceladas a mi vida.
En algún momento me tragó el destino.
Aquella noche fue peor, se abalanzó sobre mí. Solo recuerdo sus insultos, su aliento y el último golpe en la espalda.
A mis padres nunca les gustó, pero cuando la juventud corre por las venas… ¿quién escucha sus consejos?
Ahora estoy quieta, tan quieta que solo puedo mover mi culpa.
El amor no debería ser ciego, tendría que tener los ojos bien abiertos