Ecos
Carmen Luna
Bilbao
Mi cuerpo seguía elevándose.
Vi a mi madre con mis dos hijos mirando hacia arriba gritando:
¡Hanna no olvides, nunca olvides!
Grandes túmulos de cuerpos humeantes se difuminaban en la noche. Atravesé un túnel de luz.
Me desperté sobresaltada. Me levanté y fui a la habitación de mi hija; la arropé, dormía plácidamente.
Regresé a mi cuarto. Las primeras luces del amanecer se deslizaban por el cuadro “maternidad”. Me acaricié el vientre, mi hijo nacerá en Mayo.
Un eco de vidas pasadas resuena en mi cabeza:
“Auschwitz 1940-1942. Mi vida comenzó y terminó en Auschwitz “