Almudena Cid, la gimnasta que nadó contra corriente
Cid compitió su última final olímpica con 28 años y cambió tendencias
Fuenlabrada
Haber llegado a competir con la elite, con 28 años, es lo que más llena de orgullo a Almudena Cid.“Más que haber estado en cuatro finales” de Juegos Olímpicos.“Que hubiera tanta gente viéndome en esa final - Pekín 1998 - a más alto nivel, con 28 años, creo que fue la clave para que cambiara la mentalidad de jueces, público, entrenadoras y hasta para que las propias gimnastas se quitaran ese límite” ha contado a SER Madrid Sur tras su participación en el Foro de las Ciudades de Fuenlabrada. Entonces muchas gimnastas se retiraban a los 20 años, algo que comenzó a cambiar Cid. “Yo siempre digo que hay que aguantar esos dos, tres años, de cambio hormonal, de eje y de todo, que es la transición de niña a mujer. Cuando consigues entenderte y tienes un ejemplo de alguien que lo consigue hacer, ves que es posible”.
Lo que ocurre es que Almudena Cid no tenía ese referente, sino que fue ella la que se convirtió en el ejemplo de muchas otras. Por eso, recuerda esa etapa como “durísima”. Muy importante, entonces, llegó a ser la figura de su entrenadora, Iratxe Aurrekoetxea. “No es que fuera mi madre, pero es la que también me ha educado, yo viajaba mucho y mis padres estaban lejos”. Por eso reconoce que tiene mucho que agradecerle, sobre todo en la última etapa, los últimos 8 años, cuando las dos iban “contra corriente como si fuésemos salomones”, aunque sabían que apostaban por algo coherente. Y tanto, porque su ejemplo hizo que a “nivel internacional ahora veamos a gimnastas con cuerpo de mujer disfrutando y haciéndonos disfrutar “con este deporte.
En femenino_ Almudena Cid, ex gimnasta.
14:08
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1552388313_007710/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Cid asumió un reto deportivo, pero también personal, porque asegura que la madurez en el deporte permite hacer un análisis más realista y mirar los resultados de otra manera. “Para mi amanecer en Pekín en la villa Olímpica, después de besar el tapiz y retirarme, esa sensación no se me olvidará en la vida, era el disfrute de haber hecho bien el trabajo independientemente del resultado”.
Ella ha sido el resultado de la apuesta por el deporte base, ese que se hace en las extra escolares de los colegios y que ahora ha crecido mucho, aunque son pocas las chicas que llegan desde abajo al deporte élite. En su opinión esto se debe, “si nos comparamos con otros países, al concepto de alto rendimiento y por falta de la estructura necesaria para obtener buenos resultados, es algo que está pendiente en nuestro país”.
El reto de la visibilidad de la gimnasia rítmica
Igual que queda mucho por hacer para que este deporte gane en visibilidadsocial y mediática, tal vez por la falta de patrocinios, indica. Almudena rechaza la imagen de la infancia sacrificada y perdida por la dedicación a la gimnasia rítmica. “En mi caso siempre fue una elección propia” y recuerda que la gran mayoría de las chicas con las que se encontró en su camino habían decidido por si mismas seguir ese camino.
Como mujer valiente y decidida que es, sin perder una dulzura especial que muestra al hablar, Almudena Cid cree que es necesario el movimiento reivindicativo de la mujer actual en diferentes ámbitos. “Es necesario y hay que mantenerlo”. En el deporte, vamos avanzando, “ahora ganan las chicas del fútbol, del baloncesto, en el padel…y las ves en los medios, antes no”. Aunque también reconoce que en la gimnasia rítmica lo que hay que equiparar es la presencia de los hombres, porque todavía hay muchos “chicos a los que les cuesta decir en el colegio que quieren hacer gimnasia rítmica”.
Ahora su vida está llena de otros desafíos, algunos conseguidos. Olympia es una serie de cuentos infantiles que narran su vida deportiva y que le han permitido volcar todo lo que aprendió, pero también, reconoce, “reconciliarme con situaciones que no tenía cerradas”.