Las ocas de Miguelín
La Firma de Maribel Campos
"Las ocas de Miguelín", la Firma de Maribel Campos
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Palencia
La noticia del robo y la muerte a golpes de las queridas ocas del frutero Miguelín ha conmocionado a toda Palencia.
Durante años, estos simpáticos animales se han convertido en uno de los elementos esenciales de la Cabalgata de Reyes de nuestra ciudad. Son los preferidos de nuestros pequeños, que esperan su paso con tanta ilusión como lo hacen con las carrozas de sus Majestades de Oriente. Son una parte esencial de nuestra Navidad y, por ello, la imagen de sus cadáveres cosidos a palazos se ha convertido en estos días en una de las noticias más compartidas y comentadas por todos los palentinos.
No solo le han robado las ocas a nuestro querido Miguelín, sino que se las han robado a toda Palencia, que las había hecho suyas.
La noticia, más a allá de la barbarie que supone, nos hace sentirnos todavía más inseguros. Nos preguntamos por cómo es posible que alguien pueda comportarse de una forma tan desalmada, tan salvaje como para perseguir a unos pobres animales para molerlos a palos solo con el afán de robarlos. ¿Para qué? Para conseguir unos pocos euros. No tiene sentido, no puedo entenderlo.
No había más que ver la cara de mis hijos cuando leíamos la noticia y me preguntaban totalmente asustados sobre qué había pasado, quién había matado a sus queridas ocas de la Cabalgata… Y qué podía decirles yo, cómo darles una explicación para tal acto de barbarie.
Solo me consuela que el pobre Miguelín se diese cuenta de lo que estaba pasando antes de que hubiese desaparecido un mayor número de ocas, tal y como parecía que iba a ocurrir, porque los bárbaros tenían ya preparadas un gran número de cajas para cazar a todas las que pudieran llevarse.
Miguelín sigue conservando buena parte de sus ocas y su querido perro parece recuperado de las palizas que ha recibido. Podremos respirar en cierta forma aliviados porque volveremos a disfrutar de estos maravillosos animales en la Cabalgata y confiemos en que pueda seguir así durante muchos años.
Y ahora, esperemos que la Policía Nacional pueda encontrar a estos bárbaros y darles su merecido. Y permítanme que exprese en alto lo que siento que no es más que la rabia contenida y la lástima de que no se les pueda aplicar a estos desalmados su propia medicina.