El alma del retrato
Itsaso Ostaikoetxea
Bilbao
El general tiene el gesto entumecido de quien ha pasado toda la tarde posando. De reojo, observa las muecas del artista, que estudia la composición y lo escudriña tratando de captar ese minúsculo detalle que revelará el alma del retratado. Ardua tarea para alguien que ya comienza a manifestar los primeros síntomas de locura.
Pinta con celo, agudiza los sentidos extremadamente, mientras la extraña marea lo va envolviendo, lo trastorna. Debilitado, abandona su trabajo.
De un salto, el general se pone en pie y se acerca al lienzo. Ante él, se desvela el desvarío: sobre un fondo verde intenso, una monumental lombriz rosada. No comprende nada. Pero cualquier observador de almas sabe que hay hombres que parecen gusanos.