"No me lo tome a desacato, señoría"

Ávila

Era el 28 de febrero de 2007. Agustín Díaz de Mera comparecía como testigo en el el juicio por el atentado del 11 de marzo de 2004, el más sangriento de la historia de España. Díaz de Mera era director general de la Policía en el momento en el que se produjo ese atentado, perpetrado por una célula yihadista.

Díaz de Mera declaró sobre lo que recordaba de aquel fatídico día y de los inicios de la investigación. En un momento dado un abogado le pregunta por unas declaraciones que había hecho en una entrevista en un medio de comunicación sobre la existencia de "un informe real y cierto" que contenía "indicios y pruebas de las conexiones con ETA en número significativo y preocupante",  declaraciones que sirvieron para dar pábulo a la llamada 'teoría de la conspiración', que tenía como objetivo vincular a ETA con ese atentado, tal y como hizo el gobierno presidido por Aznar en los primeros días tras la tragedia.

Cuando el tribunal le pide que identifique al autor de ese supuesto informe, Agustín Díaz de Mera se niega a hacerlo. El juez Javier Gómez Bermúdez le recordó varias veces que era su obligación de ser veraz y dar al tribunal toda la información que tuviera sobre el caso que se estaba juzgando.

Este episodio provocó que se iniciara un procedimiento judicial por "desobediencia grave". Pero seis días después, en una carta, Díaz de Mera revela el nombre de la persona que según él le había hablado de ese informe y de que el mismo había sido manipulado. Cuando el tribunal citó a este mando policial, el comisario Enrique García Castaño dijo que "nunca jamás" le dijo que la banda terrorista ETA tuviera ninguna vinculación con el atentado.