Un mal viaje
Mercedes Vega
Bilbao
Habíamos recorrido muchas millas y el cansancio nos vencía. Continuamos vagando entre polvorientos caminos y sombrías montañas hasta el anochecer. De pronto vimos una pequeña casa. Era un moderno hotel. El hall diminuto, presentaba una estancia con sillas y mesas plegables a modo de salón. Ante nosotros una escuálida mujer nos ofreció habitación. Cogimos nuestras maletas dispuestos a descansar. Pero cual fue nuestra sorpresa cuando, al llegar a la habitación, vimos un montón de maderas de color para construir nuestra propia cama. No había alternativa.
A la mañana siguiente despertamos, inexplicablemente, tumbados sobre la hierba, en una pradera vacía.