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Celta de Vigo

Okay da oxígeno al Celta

Victoria ante el Sevilla que rompe la racha de cinco derrotas consecutivas y vuelve a ganar en casa dos meses después

EFE / Salvador Sas.

Vigo

En la rueda de prensa anterior al partido, Miguel Cardoso aseguraba que el partido contra el Sevilla era el adecuado para "emocionar a la afición". Y el Celta lo consiguió, no por juego ni ocasiones, pero sí por la lucha en el campo. Una victoria imprescindible para creer en la permanencia y que rompe una racha de cinco derrotas consecutivas, la primera en Balaídos desde hacía dos meses ante el Huesca.

La primera parte no pasará a la historia. Es más, pasará desapercibida y habrá caído en el olvido al salir del estadio. Y es que ni Celta ni Sevilla optaron a la victoria en unos primeros 45 minutos que demostraban la situación de los locales y la decepción copera de los visitantes. Sólo una carrera fulgurante de Boufal que terminó con un disparo flojo que paró sin problemas Vlacik.

La segunda parte comenzó con dos ocasiones para el Sevilla; a Ben Yedder lo detuvo Rubén primero y el palo, una vez superado el portero celeste, después. Con la agonía en el pecho de la afición, un córner sólo cuatro minutos después, dio el respiro necesario. Okay, que volvía al equipo después de la lesión, empujaba a puerta vacía un saque de desde la esquina que se coló entre piernas y cabezas celestes y rojas. Balaídos estallaba, pero quedaba lo que más le cuesta al equipo en los últimos partidos: aguantar el resultado.

Serán las palabras de Mallo o la necesidad de aprender a base de golpes, pero la cuestión es que el Celta fue capaz de jugar con el oficio y la inteligencia necesaria para lograr mantener el resultado hasta el final. Sólo Kjaer con un remate flojo de cabeza llevó algo de peligro antes de que el árbitro pitase el final. En esos 15 minutos que se hacían eternos, el Celta se vació. Lo hizo Hugo Mallo desde la banda; Brais, agarrando a Banega para que no saliesen rápido al ataque; Beltrán, dejándose los pulmones como si el partido acabase de empezar.

Sólo la retirada dolorido de Okay manchaba la victoria. Tres puntos que se veían como agua en el desierto para encontrar un punto de inflexión, una esperanza entre tanta derrota. Los próximos dos partidos, a la hora del vermú, en Getafe y contra el Levante de nuevo en Balaídos, determinarán hacia dónde puede mirar el Celta de cara al final de temporada. De momento, lo hace con algo más de oxígeno.

 
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