Niña clara y perro negro
María Azucena Hernando Rodríguez
Bilbao
Percibió la otredad de sentirse amenazada mientras las demás avanzaban confiadas, cuando un perro negro las recibió a la entrada del parque. Ya no llovía y el tibio sol de invierno se colaba entre los árboles. Clara paseaba su mirada por lugares que la luz privilegiaba hasta que tropezó.
Bajó la cabeza y la vio, una muñeca desnuda y sin brazos. Una visión evocadora de horror y compasión. Impactada por el hallazgo y perpleja por su efecto sobre ella, se alejó. Esa noche soñó con una niña triste, su muñeca rota y una sombra que tenía cuerpo negro de perro.