Las dichosas placas
Si reutilizamos todas las placas de consellers, alcaldes y otros altos cargos que han sido o van a ser condenados por corrupción, podríamos cubrir buena parte de la calzada de la Vía Augusta
La Columna de Carlos Arcaya | Las dichosas placas | 17/01/2019
00:55
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
Alicante
El sentido o sinsentido de las placas conmemorativas. Pueden tener sentido si recuerdan un hecho de especial trascendencia, fijándose más en el bien común que en el ego del político de turno.
Afortunadamente, en nuestra autonomía este tipo de placas están prohibidas por ley desde el año pasado. No obstante, esta normativa no es del todo completa ya que no nos ahorra algunos discursos libidinosos -perdón, excitantes- del político que inaugura algo.
En cualquier caso, sí que ahorrará momentos vergonzantes -también realizados con una finalidad electoral, una cosa no quita la otra- como el de ayer en El Campello. Y es que si en nuestra autonomía reutilizamos todas las placas de consellers, alcaldes y supongo que otros altos cargos que han sido o van a ser condenados por corrupción, podríamos cubrir buena parte de la calzada de la Vía Augusta.
Y por otra parte, esas dichosas placas no dejan de ser un exponente más de esa forma de hacer política que pasaba por el culto a la personalidad, por esa adulación al líder carismático o a nuestro querido benefactor que tanto se estiló por estas tierras.