Reinventar Torremolinos...con el espíritu del gran Torremolinos
El aguijón de Teodoro León Gross
02:21
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Málaga
Qué poco tarda el buen urbanismo y la buena arquitectura en integrarse en un lugar. Al verlo, uno piensa: ¡Parece que siempre hubiesen estado ahí! Y esa es la clave: la naturalidad con que se incorpora al paisaje como si formaran parte de ese paisaje. Eso sucede estos días con la nueva Plaza de la Costa del Sol en Torremolinos. Salvador Moreno Peralta, una de las mejores inteligencias de Málaga en las últimas décadas, ha entendido cómo intervenir allí, contra la tentación patológica de la nostalgia del gran Torremolinos, aquel espléndido territorio chic del estilo relax que, desde el top less de Gala con Dalí a la noche en comisaría de Frank Sinatra tras acabar a puñetazos después de romper una foto de Franco en el Pez Espada, llegó a convertirse en un símbolo planetario. Sí, hubo un tiempo en que Torremolinos seducía a John Lennon, Jean Cocteau, Kirk Douglas, Brigitte Bardot o Soraya de Persia, y era capaz de inspirar páginas de Michener, Ballard, Bernhard o Sueiro, pero la decadencia le llegó sin tiempo o sin recursos o sin inteligencia para renovarse. Y todo empeoró en los años de Fernández Montes, léase Tutankamontes, con su impronta de un aldeanismo casposo. Torremolinos ha tenido suerte con José Ortiz, o quizá José Ortiz con Moreno Peralta: el arquitecto ha sabido hacer ver que Torremolinos no iba a recuperar nunca su viejo esplendor, sino que debía apostar por buscar un nuevo esplendor. Algo se está haciendo bien allí, donde se conservan las playas maravillosas y una gran planta hotelera, también el pescaíto de La Carihuela y por supuesto el tercer aeropuerto de la península. En el corazón de lo que fue grande en el siglo XX, Moreno Peralta ha establecido un discurso urbanístico entre una obra olvidada del siglo XIX y una obra nueva del siglo XXI, conectando la casa de María Barrabino con la plaza donde se extiende una pérgola espectacular como el rebalaje de espuma de los versos de Aleixandre, con el efecto ondulado del mar. Qué paradoja: Torremolinos recupera el espíritu del gran Torremolinos sabiendo dejar atrás los restos del gran Torremolinos.