Duelo en Lezo
Mercedes Vega.
Bilbao
Dejé todo quehacer y fui a casa de mi hermana. La encontré compungida tras la reciente muerte de su joven hija, pero hice lo imposible para que saliera. Y allí nos encaminamos las dos. Las primeras en la procesión del Corpus, entre miradas de inocencia, orgullo, respeto y tristeza. Ella, ensimismada por el dolor, daba pequeños pasos acompasados. Yo, a su izquierda, la miraba, respiraba profundamente cerrando los ojos mientras pensaba cómo podría ayudarla. Porque desde que Miren murió se le ennegreció el alma.