Un día de urgencias

Córdoba

Lentamente van construyendo un nuevo gran malestar. Ahora toca la amenaza de los otros, pronto vendrán a por los nuestros... Las estadísticas nos hablan del crecimiento explosivo de una población muy envejecida. No una población que ha vivido mucho o que ha trabajado mucho o que ha sufrido mucho o que ha resistido mucho: hablan de una población muy envejecida. Vejez como antónimo de vida. Vejez como sinónimo de derrota.

Un indicador de estas estadísticas muestra la alta demanda de los servicios de urgencias por parte de los ancianos. Nos introducen en el ámbito de la semántica al aplicar los conceptos de "alto coste", "saturación", "colapso", "mal uso de los servicios", "agotamiento" de los recursos... Después añaden el listado de patologías: hemorragias digestivas, insuficiencias respiratorias graves, pancreatitis agudas, gastritis atrófica, politraumatismos, crisis de ansiedad e infartos agudos de miocardio. Y, ¡claro!, esto genera un enorme gasto público... Nos están preparando una nueva amenaza. Tendremos que ir planteándonos qué hacemos con esta población tan envejecida... ¿Centros de re-cogida?, es solo un ejemplo.

Aunque la poesía se alimenta, a veces, del abismo, no es usual que en el abismo exista la poesía. No es lo mismo estar alerta que obsesionado. Hay una delgada línea que diferencia la tristeza de vivir, de la angustia de existir. Es una cuestión que tiene que ver con el derecho, con los derechos.

Un día en urgencias hace muy difícil el uso de los tiempos verbales. El presente se tambalea; el subjuntivo se diluye; el pretérito perfecto se confunde siempre con pasado y el futuro se declina como futuro simple o se transforma en un futuro imperfecto de indicativo.

Salir de urgencias es un instante que condensa el universo entero. Como cuando miramos al firmamento y, también, en un instante, vemos la memoria del universo.

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