El material en sí
Aurelio Gutiérrez
Bilbao
Como “El Príncipe Feliz”, de Oscar Wilde, que era de plomo, el hierro lo dio todo y casi desaparece de nuestra ría. Esas esculturas, obras de miles de manos, que flotan, se desplazan, transportan…alimentaron a tantas familias que ese material merece casi una misa de Réquiem. A mí me resulta imposible no asociar ese metal, esos barcos, con la pasión de mi padre por su profesión, porque le alimentó tanto física como anímicamente durante su dilatada carrera. Una plancha de hierro. Una mejilla. Un intento de caricia. Un plato de comida, educación. Larga vida has tenido. Larga vida aún