Un grupo de gaditanos se organiza para luchar contra la turistificación en Cádiz
El colectivo se reúne bajo el nombre de 'Calle viva" y nace para "combatir el modelo turístico actual y garantizar la función social de la vivienda"
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Imagen del casco histórico de Cádiz / Ayuntamiento de Cádiz
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Cádiz
Un grupo de gaditanos se ha organizado en un colectivo para luchar contra la turistificación en la ciudad de Cádiz, y lo hace bajo el nombre de ‘Calle viva’, que se define como “un laboratorio de resistencia ecourbana”.
Es la primera experiencia común en la ciudad de resistencia a este proceso que ha golpeado las grandes capitales en España, sobre todo Barcelona, y que sume a las zonas céntricas de las ciudades en una dinámica muy concreta: la proliferación de viviendas de alquiler turístico por días, que tiene como consecuencia el descenso del número de viviendas para alquiler residencial, y que provoca que el precio del alquiler residencial suba al existir menos oferta.
Las ciudades que sufren una excesiva turistificación cuentan con menos población de la localidad viviendo en las zonas céntricas y cada vez más turistas residiendo temporalmente en esas mismas zonas. Es decir, menos hogares y más pisos para turistas.
Cádiz cuenta actualmente con un parque de viviendas de casi 55.000 casas de las que unas 5.000 están deshabitadas. Actualmente, en portales referencia de alquiler de viviendas por días como Airbnb o Booking se ofertan actualmente más de 300 viviendas de este tipo. Respecto al alquiler residencial, Cádiz es actualmente la octava provincia más cara de España, según datos del último Informe sobre el Precio de la Vivienda del grupo empresarial Mitula.
El colectivo 'Calle viva' nace con el objetivo de salvaguardar los derechos a la vivienda y a la movilidad en una ciudad, y se centra en una primera etapa, tal y como detallan en un manifiesto al que ha tenido acceso Radio Cádiz, en “combatir el modelo turístico actual para garantizar la función social de la vivienda”.
En esta línea, lamentan “la multiplicación de viviendas turísticas en los dos últimos años, llegando a doblarse en este tiempo y empezando a copar cotas llamativas desde El Mentidero a San Francisco, coincidiendo con la burbuja turística y de alquiler que se extiende por todo el país e incluso el continente”.
Consideran que es resultado de “un modelo turístico, el masivo y sin límites, al servicio de especuladores urbanos y el monopolio de algunos touroperadores y portales, que genera rentas salariales muy pequeñas a las familias gaditanas”.
“Repensar el turismo en Cádiz significa que el mismo no entre en contradicción con el acceso a la vivienda. No es aceptable obtener salarios de 800 o 900 euros gracias al turismo y que no haya una vivienda digna por menos de 700 euros en muchos barrios de intramuros, teniendo que instalarse incluso fuera de la ciudad en Puerto Real, San Fernando o Chiclana”, apuntan.
‘Calle viva’ busca “garantizar la función social de la vivienda”, y sostiene que “para ello es necesario empezar a acabar con la especulación y poner límites a la apertura de nuevas viviendas turísticas”.
Los impulsores de este nuevo colectivo insisten en que “Cádiz tiene un problema endémico con el acceso a la vivienda” y que la ciudad “convive desde hace años, muchos ya, con un precio del alquiler desmesurado para los niveles de empleo y renta existentes, con un parque de vivienda público descapitalizado y pequeño para sus necesidades; y con un efecto expulsión hacia otras ciudades cercanas”.
En este sentido, expone que “ese efecto expulsión ha sido clave para el abandono de jóvenes en busca de otras latitudes en las que desarrollar un proyecto de vida, y también para explicar la pérdida de relaciones entre varias generaciones que ahogan y asfixian la vida comunitaria en la ciudad. No puede haber ciudad sin que coexistan todas las generaciones”.
Igualmente, acusa al gobierno de Teófila Martínez de haber obviado “los problemas de fondo de la vivienda”, y recalca que “no atajó el acaparamiento de centenares de pisos por unas pocas familias, no enfrentó el modelo del 9+3 (alquileres hasta junio para estudiantes o residentes que o asumían que en los tres meses de verano debían largarse o pagar un alquiler abusivo), ni quiso aumentar el parque público de viviendas para intervenir en el precio del alquiler en la ciudad”.
Uno de los impulsores del colectivo es el profesor de Economía, militante de Anticapitalistas y que ha sido parlamentario andaluz por Podemos en la presente legislatura, Jesús Rodríguez, quien ya expresó en Radio Cádiz su intención de retirarse paulatinamente de la primera fila política para centrarse en el activismo social. Ahora participará en ‘Calle viva’.
El manifiesto completo con el que nace ‘Calle viva’ es el siguiente:
‘Por un turismo que no nos expulse de nuestra ciudad’
Cádiz tiene un problema endémico con el acceso a la vivienda. Convive desde hace años, muchos ya, con un precio del alquiler desmesurado para los niveles de empleo y renta existentes, con un parque de vivienda público descapitalizado (a conciencia por el antiguo gobierno municipal del PP) y pequeño para sus necesidades; y con un efecto expulsión hacia otras ciudades cercanas. Podríamos señalar un fenómeno similar con los locales comerciales y eso ocurre mientras los políticos han dejado de defender el derecho al empleo y lo han sustituido por el derecho al emprendimiento. Nada casual.
Ese efecto expulsión ha sido clave para el abandono de jóvenes en busca de otras latitudes en las que desarrollar un proyecto de vida, y también para explicar la pérdida de relaciones entre varias generaciones que ahogan y asfixian la vida comunitaria en la ciudad. No puede haber ciudad sin que coexistan todas las generaciones. Durante años el gobierno de Teófila Martínez obvió los problemas de fondo de la vivienda, no atajó el acaparamiento de centenares de pisos por unas pocas familias, no enfrentó el modelo del 9+3 (alquileres hasta junio para estudiantes o residentes que o asumían que en los tres meses de verano debían largarse o pagar un alquiler abusivo), ni quiso aumentar el parque público de viviendas para intervenir en el precio del alquiler en la ciudad.
Todos estos problemas endémicos y las nefastas políticas que han sido responsables de ello pueden verse agravados dramáticamente por la multiplicación de viviendas turísticas en los dos últimos años, llegando a doblarse en este tiempo y empezando a copar cotas llamativas desde El Mentidero a San Francisco, coincidiendo con la burbuja turística y de alquiler que se extiende por todo el país e incluso el continente. Un modelo turístico, el masivo y sin límites, al servicio de especuladores urbanos y el monopolio de algunos touroperadores y portales, que genera rentas salariales muy pequeñas a las familias gaditanas. Repensar el turismo en Cádiz significa que el mismo no entre en contradicción con el acceso a la vivienda. No es aceptable obtener salarios de 800 o 900 euros gracias al turismo y que no haya una vivienda digna por menos de 700 euros en muchos barrios de intramuros, teniendo que instalarse incluso fuera de la ciudad en Puerto Real, San Fernando o Chiclana.
Repensar el turismo en Cádiz significa, por tanto, que el mismo, enriquecedor para cualquier ciudad y para los y ciudadanas de este mundo, conviva con un hecho irrenunciable: garantizar la función social de la vivienda y para ello es necesario empezar a acabar con la especulación y poner límites a la apertura de nuevas viviendas turísticas.
José Molanes (estudiante de Química) y Jesús Rodríguez (profesor y exparlamentario) miembros de Calle Viva-Laboratorio de Resistencia Ecourbano.