Empezamos terroríficamente mal
Numancia y Río Duero nos están disgustando: unos encajan gol casi en el vestuario y los otros se hunden en mitad del partido
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Cadena SER
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Soria
Hace muchos años leí que ‘errar es humano, pero perseverar en el error es diabólico’. Pues bien, este lunes el Numancia adelantó la celebración de Halloween (o pongan ustedes el sinónimo que quieran porque esto de Halloween tampoco me gusta mucho), con un terrorífico ‘deja vu’: otra vez empezó el partido perdiendo. Literalmente, sólo estuvo igualado con el Málaga 30 segundos. 30 segundos. Otra vez, como en Las Palmas. De inicio, medio KO. Y aun con tiempo por delante para enmendar la plana, pesa y mucho. Quiera o no el equipo. Y para más INRI, en La Rosaleda, se repitió la historia tras el paso por vestuarios. En minuto y medio, tres ocasiones tuvo el Málaga para marcar. Acertó a la tercera.
Caraja, torrija, empanada… Elijan nombre o calificativo. Todos valen. Un equipo profesional no puede permitirse ese lujo. Y menos fuera de casa, donde los rivales son (habitualmente) más fuertes. Y ahí me hace ‘gracia’ lo de que es responsabilidad del entrenador que los jugadores salgan motivados… ¿perdón? ¿A un profesional hay que decirle que salga al partido centrado, concentrado, atento, tenso o motivado? Pues si es así, poco profesional será quien necesite eso. Otra cosa es que se quiera dar un estímulo extra, esos discursos típicos del cine de Hollywood con el entrenador de turno en el vestuario poniendo la piel de gallina (Les recomiendo en ese sentido la oratoria de Al Pacino en Un Domingo Cualquiera). Pero no es el caso. Luego el entrenador tendrá otras responsabilidades o culpas por lo que se vea en el campo, pero no en ese comienzo concediendo gol. En tres inicios de sendos periodos. Para hacérselo mirar. De los errores se aprende. ¡Pero hay que aprender!
Como el Río Duero Soria, irreconocible en este inicio de la Superliga. Tres derrotas en tres partidos. Dos ante rivales teóricamente asequibles, como San Sadurniño y Textil Santanderina, y a los que, además, se les empezó ganando. Lo ha reconocido sin tapujos ni excusas Manolo Sevillano desde el primer día: falta confianza, en uno mismo y en el compañero. El equipo se hunde inexplicablemente a pesar de hacer cosas bien o incluso muy bien. Aquel tópico de que “el fútbol es un estado de ánimo” se aplica evidentemente a cualquier deporte. Y el estado de ánimo celeste no es bueno. El trabajo entre semana es bueno, los jugadores son buenos, pero falta un clic en el coco, un cambio de chip para reanimar la moral. Y estoy seguro de que con una victoria este sábado llegará. Tanto para rojillos como para celestes.