Ciudadano
Xabier Barroso
Bilbao
Abro los ojos. La dichosa alarma otra vez, repiqueteando como una campana, penetrándose en mis fantasiosos sueños hasta acabar con ellos.
Son las 3 de la mañana, la ciudad duerme y nosotros habitamos sus vacías calles. No acabo de acostumbrarme a la oscuridad de la ciudad, su calma tan apaciguadora como alarmante. Me hago paso entre el autobús, excuse me, sorry, y me siento. Mi rostro se refleja en el ventanal, es como si en cada despertar se me dibujara una nueva arruga. Somos como criaturas nocturnas, trabajando entre las sombras para que la ciudad amanezca reluciente. Somos los que algunos llaman, ciudadanos invisibles.