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SPORTING 0 - CÓRDOBA 0

Camino a ninguna parte

El Sporting vuelve a dejar una imagen nefasta en El Molinón y encoleriza a su afición por su pésimo juego y sus malos resultados

Cofie y Hernán Santana presionan a un jugador del Córdoba. / LaLiga.es

Gijón

La historia se repite. El Sporting está otra vez sumido en una encrucijada de la que nadie en Mareo sabe cómo salir. El equipo va de ridículo en ridículo, disimulando sumando punto a punto con los peores rivales de la categoría. Pero la gente no se deja engañar y El Molinón explota, partido tras partido, contra todo: palco, banquillo y plantilla. Amparándose en esa supuesta presión ambiental, el equipo cada vez juega peor, ya ni siquiera defiende bien y los jugadores no quieren la pelota. La duda es si realmente Rubén Baraja, un entrenador que se muestra tan plano en sus planteamientos como en su discurso, verdaderamente aspira a tenerla y a sacar algo más de su equipo. El crédito del vallisoletano está virtualmente agotado, pero en el club nadie se atreve a tomar la decisión y van prolongando la agonía. El consejo de administración, otra vez desbordado por los acontecimientos, sigue parapetado detrás de un director deportivo que va camino de batir récords negativos de ridículo. Es el peor escenario posible para un Sporting que no ha logrado ganar ni al Reus, ni al Cádiz ni al Córdoba. Tres empates consecutivos contra los que, a la vista del juego y la trayectoria del equipo gijonés, podrían acabar siendo sus rivales directos.

Nadie se puede creer, ahora mismo, que este Sporting pueda aspirar a nada más que la permanencia. Un equipo que juega horriblemente mal al fútbol, que ya ni siquiera es sólido en defensa, como lo era meses atrás. Se queja Rubén Baraja de que a su equipo le cuesta crear fútbol, pero mantiene la fallida apuesta por Cofie y Sousa, que cada partido que pasa lo hacen peor. Y, mientras, les manda el mensaje a Nacho Méndez y a Cristian Salvador de que no dan el nivel ni para mejorar semejante ridículo. Los manda a la grada, a comer pipas y presenciar el espectáculo dantesco del juego de sus compañeros.

Es una de las muchas contradicciones de un Sporting basado en la mentira. Ese que Torrecilla vendió en junio que tendría Mareo como primer mercado, pero que acabó olvidándose de esa política y haciendo once fichajes. Era, decían desde el club, porque se requería rendimiento inmediato para pelear por subir. Seis de esos fichajes fueron titulares ante el Córdoba, con el resultado que ustedes pudieron comprobar. Se quedó en el banquillo el fichaje más caro de la historia del Sporting, Djurdjevic, al que sustituyó en el once un futbolista al que no buscó la secretaría técnica, sino que se lo trajeron por si lo podían probar y haceler un hueco en el filial, Neftali. Detalles que lo explican casi todo.

El partido ante el Córdoba fue, una vez más, desesperante y pavoroso. El Sporting empató sin goles, pudo perder perfectamente (De Las Cuevas pareció apiadarse de sus ex en la mejor ocasión andaluza) e incluso pudo ganar, si en una acción individual Robin Lod no hubiera estrellado en el larguero un gran disparo. Pero ni rvence hubiera calmado a un público que está harto de estar harto, que sabe que este equipo, el enésimo proyecto de los Fernández, no va a ninguna parte. Que volvió a dejarle claro al dueño que no lo quieren ni ver (esta vez Javier Fernández sí lo oyó directamente, desde el palco) y que se desespera con el inmovilismo de Rubén Baraja. El técnico se lo pone muy fácil a sus colegas del otro banquillo, porque nunca se sale del guión: cambios de hombre por hombre (delantero por delantero, medio por medio) sin aportar nunca algo diferente tácticamente. El público lo castigó sonoramente, por ejemplo cuando retiró a Neftali para dar entrada a Djurdjevic.

Quizás falle la memoria, pero cuesta recordar un Sporting tan malo como este. Un equipo que juegue tan mal al fútbol y que haga tan poco por intentar jugar bien. Un Sporting que transmita tan poco a la gente, que empatice menos y que resulte más artificial. Y mira que los ha habido malos. El de la temporada pasada, el de Paco Herrera, el del primer proyecto de Torrecilla, era desesperante, pero a estas alturas del curso llevaba cinco puntos más. Y el entrenador al menos admitía la realidad, reconocía que no encontraba el camino y algunas veces su visión de los partidos se parecía a la del resto del mundo.

El panorama se está poniendo verdaderamente feo, con un desapego entre el equipo y la afición que resulta preocupante. El problema es que tampoco fuera de casa, liberado de esa supuesta presión, el Sporting juega bien. El asunto es serio y no parece tener buena solución. Vale más no pensar en el jaleo en el que se puede meter el Sporting si esta dinámica continúa así.

David González

David González

Vinculado a SER Gijón desde 1998. Director de SER Deportivos Gijón y voz de los partidos del Sporting...

 
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