De La Mancha o de Champagne

Jerez de la Frontera
De nuevo se viene hablando en estos últimos meses del precio de la uva del Jerez. Ya sabemos que éste es, por desgracia, un tema recurrente que aparece y desaparece regularmente.
Se trata, por tanto, de una de las asignaturas pendientes del Marco y ante este problema se suelen proponer soluciones también recurrentes, por ejemplo, destinar parte de los viñedos a producir uva con destino a los llamados productos complementarios, es decir, para alcohol y mosto concentrado rectificado. Se trataría de permitir que ciertos viñedos puedan regar y, por tanto, que alcanzaran altísimas producciones que se venden a bajo precio.
Con esta solución, estos viñedos pasarían a competir directamente con los de La Mancha, sabiendo que en esto los castellanos son los mejores. Tendríamos así, una nueva figura en el Marco: el viñista manchego de Jerez.
En las antípodas hay otra solución, muy complicada, pero que nos permite soñar. Se trata de parecernos en precio a las otras zonas señeras de mundo vitivinícola, por ejemplo Champagne. ¡Sí, Champagne! o ¿acaso tienen nuestros viñedos algo que envidiar a los franceses? Y del vino ¿qué me dicen ustedes? Pero claro, esto ¿cómo se hace? Difícil, muy difícil. Lo único que puedo aportar es que nos encontramos inmersos en una injustificada rueda de pobreza, de manera que cuando la uva tiene bajo precio, logramos con frecuencia colocar en el mercado vinos a bajo precio. De lo contrario, cuando el precio en origen es alto, no hay más remedio que vender menos cantidad pero con mayor valor, segmentando así el vino de Jerez en el lugar que le corresponde por prestigio y buen hacer.
Siempre hemos aceptado que el precio de la uva se determina a partir del precio de la botella. Quizá sea el momento de darle la vuelta a esta fórmula, por supuesto con plazos y con prudencia, pero sin titubeos. Nos quedamos sin tiempo. Con ello podríamos generar una inercia de riqueza que redunde en todo el Marco.
Mientras tanto, hasta llegar a Champange quizá tengamos que hacer una rápida parada en tierras de La Mancha, para finalmente no ser ni manchego ni francés, sino del Marco de Jerez.