Oreja para el adiós de Padilla y para las bernardinas de infarto de Roca Rey
Morante se fue de vacío en su primera comparecencia de San Miguel en un festejo marcado por el escaso juego de los toros de Matilla
Sevilla
El escaso juego de los toros con los tres hierros de la Casa Matilla marcó el devenir del segundo festejo de la Feria de San Miguel, celebrado este sábado en la Real Maestranza de Sevilla, aunque en ese desierto de bravura hubo que anotar la oreja que le cortó al cuarto de la tarde Juan José Padilla, en su despedida de la afición hispalense, y la que le arrancó al sexto el peruano Roca Rey después de unas bernardinas finales de auténtico infarto. Morante se fue de vacío, pero regresa este domingo con Manzanares y la alternativa de Alfonso Cadaval ante toros de Juan Pedro Domecq.
- FICHA DEL FESTEJO
La tarde empezó emocionante con la gran ovación que, tras el paseíllo, le tributó el público de Sevilla al jerezano Juan José Padilla en su despedida. Su primer toro, bajo estas líneas, tuvo la buena condición de humillar, pero el handicap de la falta de fuerza. Con todo, suavidad en el capote de Padilla, buena lidia de Daniel Duarte y quite de verónica y media de Morante. Brindó Juan José al público y de rodillas comenzó un trasteo en el que el toro le desarmó a las primeras de cambio antes de desfondarse por completo y no dar opciones, despachándolo de estocada caída. Sí tuvo esas opciones el burraquito cuarto por su movilidad, lo que aprovechó Padilla en faena pundonorosa por ambos pitones. Detallazo de la Banda de Tejera que tocó el pasodoble 'Gallito' desde que el Pirata desplegó su muleta y una pizca de frialdad del respetable que solo se rompió cuando tras la estocada traserita hubo que pedir el trofeo. Gozó Padilla en la clamorosa vuelta al ruedo.
Morante, en la foto de la derecha, dio una gran tarde de toreo a la verónica, pero hasta ahí porque su lote no dio para más. Su primero tuvo tanata movilidad como falta de entrega, lo que explica que el de la Puebla dibujara los lances como si no fuera con el toro. Hubo un buen quite por chicuelinas de Roca Rey y, ya con la muleta, comienzo de faena al natural, el pitón más claro del toro, aunque el animal enseguida sacó la carita y no dijo nada en su embestida. Pinchazo y estocada en los blandos fue la rúbrica. En el quinto, otra media docena de verónicas acompañando con todo el cuerpo, más otro par en el quite y todo el sabor en los ayudados que prologaron la faena. Una serie por el derecho y, cuando José Antonio quiso sacar al toro a los medios, se rajó sin remisión. Una estocada desprendida aligeró el trámite.
Justo de fuerza salió el primer oponente de Roca Rey, al que se cuidó en el caballo y sacó cierta calidad durante la lidia, aunque la cosa iba a durar poco. Lo brindó al público el peruano, en la foto sobre estas líneas, que de rodillas citó desde los medios para comenzar con un pase cambiado por la espalda, pero al tercer muletazo, cuando, todavía de hinojos, se disponía a ligarle un natural que hubiera enloquecido a la gente, el astado se lastimó la pezuña de la mano derecha y todo se desinfló, precisando de dos descabellos tras dos pinchazos y estocada El sexto titular fue devuelto a corrales tras el primer puyazo porque se veía que no iba a propiciar el triunfo del torero, aunque el sobrero no mejoró mucho el panorama. Manseó de salida y con claridad en el caballo y tuvo movilidad sin emoción en la muleta, donde lo más templado llegó por el pitón derecho ya que por el otro siempre punteó el engaño y sacó la cara por las nubes. La media estocada hubiera dejado la cosa en fuerte ovación, pero las valentísimas bernardinas finales cambiando el pitón del toro en el último instante decantaron el premio de la oreja.