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Los guardianes del Duero

Espeleoduero volverá a celebrar su Descenso del Vino en un año en el que las lluvias han dejado mucha vegetación derribada tanto en el cauce como en las riberas sin que ninguna institución se encargue de su limpieza

Miembros de Espeleoduero atraviesan el cauce del río bajo el puente de Aranda / Espeleoduero

Miembros de Espeleoduero atraviesan el cauce del río bajo el puente de Aranda

RIBERA DEL DUERO

Las piraguas volverán a celebrar fiesta este domingo en el tramo del Duero que transcurre entre Aranda y Vadocondes, con el desarrollo de la 13ª edición del Descenso del Vino que organiza Espeleoduero. Una cita que este año se celebra con mejor calidad del agua, pese a la turbidez que se aprecia debido a las abundantes lluvias de la primavera. Donde la meteorología ha impactado especialmente es en las riberas, de donde han caído numerosos árboles en la cuenca ribereña del Duero, como ha explicado en Radio Aranda José Luis Esteban, miembro de Espeleoduero, quien asegura que de Aranda a Roa han contabilizado al menos medio centenar de árboles derribados, mientras que en las inmediaciones de Aranda las tormentas de agua y viento han arrancado hasta cinco árboles contiguos en un mismo paraje.

La buena voluntad de los miembros de Espeleoduero sigue siendo casi en exclusiva el único motor de la limpieza del cauce del río, donde no sólo la maleza caída dificulta el curso normal del agua. Otro tipo de elementos también suponen riesgo para la salubridad, como los cadáveres de animales, especialmente corzos, que están aumentando en los últimos tiempos, retenidos en las presas que generan los árboles y ramas derribados. Hasta el momento, y exceptuando la labor de Espeleoduero, ningún organismo ni público ni privado se hace cargo de eliminar estos residuos y dejar limpio el cauce.

Pero no solo son fenómenos naturales los que ensucian el río. Espeleoduero apela a la conciencia de la ciudadanía, porque sigue siendo tristemente habitual encontrar en medio del Duero basura arrojada por humanos, incluso en ocasiones enseres de gran volumen. Una circunstancia que se aprecia, sobre todo, en los tramos del río que atraviesan poblaciones, como es el que transcurre por la villa arandina, en el que incluso en la actualidad, puede apreciarse a simple vista, carros de supermercado varados en alguna de las orillas.

 
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