La Petxina del paseo
Un agradable paseo, como su propio nombre indica, que fue convertido en autopista urbana en la década de los 90
Valencia
Entre los adornos pétreos que jalonan el pretil del rio en su margen derecha se encuentra la famosa petxina (concha, en valenciano) que da nombre a todo un paseo.
No hay otra calle de la que se hable más en Valencia estos días que del Paseo de la Pechina. Un agradable paseo, como su propio nombre indica, que fue convertido en autopista urbana en la década de los 90 a raíz de la construcción de una serie de túneles de circulación rápida paralelos al cauce, al más puro estilo París y los túneles del Sena. Ahora, a causa de unas obras de renovación de una tubería de aguas potables en la contigua calle de Blanquerías, los túneles han sido cerrados al tráfico y la circulación rápida se ha tornado lenta, caótica. Y el concejal del ramo y el susodicho paseo, en boca de todo el mundo y no para bien precisamente. Tal vez por eso, es buen momento de hablar de esta popular vía de la ciudad y del origen de su nombre.
El paseo de la Pechina era, junto al de la Alameda y el de Serranos (las alameditas), uno de los parajes urbanos más frecuentados por los valencianos en los días de fiesta. Por su cercanía, los habitantes del barrio del Carmen eran los que más acudían a este paseo a festejar, a empinar el catxirulo y a comerse la mona durante la Pascua de Resurrección. Las acacias y unos frondosos álamos jalonaban sus orillas, y ofrecían un paisaje idílico de la ciudad a vecinos y visitantes que accedían a ella desde el viejo camino de las Cabrillas que unía la ciudad del Turia con Madrid a través del puerto de las Cabrillas de Buñol.
Las orillas del río Turia se convirtieron, a su paso por Valencia, en paseos y alamedas gracias a labor de encauzamiento que llevó a cabo desde el siglo XIV la junta de Murs i Valls. Esta fábrica fue la responsable de la construcción de los malecones y pretiles para la defensa de la ciudad contra las inmisericordes avenidas del Turia, la conocida como obra vella, ejecutada entre los siglos XV y XVIII, abarcando más de 7 kilómetros en la margen derecha, desde Mislata hasta Monteolivete y casi 3 Kilómetros en la izquierda.
Esta magnífica, práctica y funcional obra fluvial, a pesar de su severidad, no estuvo exenta de detalles ornamentales, reconocibles sobretodo en su tramo de la margen derecha, entre Mislata y la plaza del Portal Nou. Así, siguiendo esta alineación desde aguas arriba, encontramos el conocido frontón del Rat Penat que marca la entrada a la ciudad desde Mislata, los bancos y asientos de los magistrados de la Junta de Murs i Valls, el banco monumental conocido como Navío (desplazado actualmente en frente del Palacio del Temple), el Monumento a Isis, la estatua de San Pedro Pascual y finalmente, a la altura de la calle Beato Gaspar Bono, la popular petxina que da nombre desde tiempo inmemorial a todo este paseo, de Mislata hasta Guillem de Castro.
La Petxina se localiza exactamente junto a la rampa de acceso al cauce situada a la altura de la Casa de la Caridad y se trata de un estribo de piedra, semejante a los singulares estribos poliédricos con forma piramidal que se encuentran reforzando gran parte de este pretil derecho del río, pero este labrado y estilizado con forma de concha convexa. La Petxina fue redescubierta en 1928, cuando unos areneros que trabajaban en la limpieza del cauce se toparon con ella, sepultada unos dos metros debido a los continuos aportes sedimentarios depositados por el río. En la actualidad se puede contemplar en todo su esplendor en el lugar para el que