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Ser gitano es algo más que tocar las palmas

La reflexión de Ana Díez, médico de familia

OPINIÓN | Ser gitano es algo más que tocar las palmas

OPINIÓN | Ser gitano es algo más que tocar las palmas

03:26

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El 8 de abril de 1971 se celebró en Londres el Primer Congreso Mundial romaní/gitano. Ese día se instituyeron la bandera y el himno gitanos. La bandera es verde y azul y simbolizan el campo y el cielo. Tiene una rueda de carro en el centro que representa la libertad y el camino que recorrieron en su venida desde la India. El himno gitano recuerda a los gitanos víctimas de holocausto nazi.

Cuando alguien piensa en hacer algo por los demás, habla de cooperar con una ONG que generalmente ayuda a necesitados de la otra punta del mundo. Recuerdo que aquí también los hay y miramos para otro lado. Cuando decimos que no somos racistas, casi siempre nos referimos a racistas con los negros. Quizás también haya que recordar que hay racismo con muchas otras razas, aunque no se hayan hecho tantas películas sobre ello. Cuando llevamos ropa u otros enseres a una organización que se dedica a la caridad, damos por hecho que estamos echando una mano a gente muy necesitada. Pero, si me lo pide alguien por la calle, desconfío pensando que lo va a tirar o a revender. Y si el que me lo pide es gitano, la desconfianza aumenta.

Cuántas frases, dichos y refranes hay que incluyen a los gitanos con sentido negativo e, incluso, despectivo. Y no decimos nada. Nadie grita pidiendo igualdad de oportunidades para ellos, ni respeto a los que no son como proclaman esas frases hechas. Porque no olvidemos que en todos los sitios, en todas las razas y en todos los estamentos de la sociedad hay de todo. Por eso es necesario este día.

Por eso y porque hay muchos gitanos que trabajan decentemente como los demás, que estudian, que quieren mejorar su vida, su familia, que quieren que sus hijos tengan todas las posibilidades que tienen los hijos de otros no gitanos y porque intentan con todas sus fuerzas desterrar todos esos mitos que tanto daño han causado a este grupo de población. Y porque estamos en el año 2018, ¡caray!, y ya va siendo hora de que modernicemos nuestra forma de pensar.

Lo cierto es que la marginalidad de esta comunidad se da ya desde la propia etimología de la palabra, puesto que el término en inglés significa estafa o engaño, en alemán ladrón itinerante y hasta nuestra RAE se ha comprometido a hacer una modificación sobre la ofensiva acepción de la palabra gitano, que lo iguala a trapacero.

La literatura, la administración, la criminología e, incluso, algunas leyes refuerzan los tópicos sobre los gitanos que potencian la idea negativa que se tiene sobre ellos.

Buenas y malas personas, al igual que gente más y menos trabajadora hay en todos los grupos raciales y sociales. Hay ladrones, tramposos y embusteros también entre los no gitanos. Hay gitanos y no gitanos que tratan de vivir sin trabajar. Y no necesito recordar los robos que han hecho numerosos dirigentes políticos y hasta miembros de la realeza. Pero a estos todo se les perdona, literalmente, porque muchos no devuelven lo robado ni cumplen condena alguna por los daños causados.

Tendríamos que saber que entre los gitanos hay muchas buenas personas; yo conozco a unos cuantos que nos darían grandes lecciones de la importancia de la familia, eje central de la vida de un gitano, de la ayuda que se prestan entre sus miembros, del valor y el respeto que profesan hacia los más ancianos, algo que hemos olvidado los payos.

Tampoco quiero que quede la idea de que todo es maravilloso en el mundo gitano, pero el día 8 ha sido su día y, además, y por supuesto, también entre los payos habría que cambiar muchas cosas.

En cualquier caso, hay que dar oportunidades a todos. Todos tenemos los mismos derechos.

Y, como dijo Günter Grass, “Los gitanos viven en todos los países de Europa y han contribuido mucho a nuestra cultura. Son los auténticos europeos”.

 
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