Stephen Hawking

Córdoba

Stephen Hawking nos dio tantas lecciones que su marcha deja una especie de silencio cósmico. El pasado 14 de marzo todos contuvimos por un instante la respiración, aunque la mayoría no tengamos ni idea de física cuántica. Esa es la grandeza de un genio, conseguir llegar con pasión a sus semejantes dándoles lo mejor de sí mismo.

Una de las múltiples pruebas de su humildad la tenemos en el prólogo que él mismo realizó a la primera edición de Breve Historia del Tiempo, confesando el cabreo intergaláctico que tuvo al recibir las correcciones de su editor para que aligerara el contenido del libro y cómo con posterioridad había entendido que el primero llevaba razón.

Quizás, lo que en realidad nos enseñó Hawking a todos fue que la vida es maravillosa. Además, a sacar lo mejor de ti incluso cuando la realidad te la juega. Pero sobre todo que debes amar profundamente lo que haces, descubrir cuál es tu don y amarlo tanto que consigas contagiar a los demás. Sin duda, el científico demostró que si no amas lo que te rodea y a los que te rodean corres el riesgo de convertirte en un agujero negro, de los anteriores a 1976, de esos que no dejaban escapar materia. Ya que entonces él descubrió que hasta los agujeros negros deben emitir radiación. Gravedad cuántica, cuatro fuerzas fundamentales unidas…quizás algún día se confirme su fórmula como la primera teoría del todo. Dicen que la fórmula de la entropía de los agujeros negros será su epitafio, aunque él pensara con su socarrón humor que “Nada puede existir para siempre”.

Y todo desde una silla de ruedas…nuestro querido Sheldon Lee Cooper tendría mucho que aprender de él. Zas…en toda la boca!