Carta de amor a Gustavo Arazana
A Coruña
Querido Gustavo:
Los designios del corazón son insondables, inescrutables. Hemos de reconocer que cuando llegaste a nuestra vida no te lo pusimos demasiado fácil. Salíamos de una relación larga e intensa con un entrenador que nos hizo vivir momentos inolvidables y que será difícil que podamos olvidar. La ruptura, además fue dura. Nunca supimos por qué se truncó nuestra relación, no recibimos explicaciones. ¿Acaso hicimos nosotros algo mal? ¿Tuvimos parte de culpa en cómo acabó todo?
Y, de repente, llegaste tú, con tu porte serio, de castellano antiguo, que quizá no era el más adecuado para levantar simpatías.
Nosotros no estábamos abiertos al amor, necesitábamos tiempo para pasar página y asimilar lo que nos había pasado. Además, en las primeras jornadas (has de reconocerlo), el juego del equipo no era bueno. Nos explicaban que había muchos jugadores nuevos, que confiáramos, que tuviéramos paciencia, que ya llegaría el buen juego y los resultados. Pero nosotros no queríamos escuchar. No sé. Queríamos que todo fuera como antes: diversión y espectáculo, caras alegres, felicidad, ilusión. Pero el Leyma jugaba muy espeso, sus partidos eran soberanamente aburridos, no nos emocionaba, no nos veíamos reconocidos en lo que presenciábamos en el parqué.
Gustavo (me he tomado la libertad de tutearte), sé que ha sido difícil, que tú has puesto todo de tu parte: el tiempo, la dedicación, el trabajo, la actitud, la pasión... y que nosotros no siempre te correspondimos.
No estoy seguro de cuando empezaron a cambiar nuestros sentimientos. Algo sentimos en el partido que ganamos en Manresa, mariposas en el estómago, pero no identificamos la sensación, estábamos embotados, endurecidos, insensibilizados. El equipo continuaba irregular y eso no ayudó a que nos entregásemos definitivamente.
Sin embargo, hemos de confesar que en las últimas semanas, toda resistencia ha quedado vencida, nuestro corazón se ha recompuesto. Los chicos plasman a la perfección las jugadas que dibujas en la pizarra y les haces practicar entre semana. En defensa, se vacían; en ataque, todo fluye por momentos. La entrega es total. Nosotros también estamos entregados. Los múltiples pedazos en los que se había partido nuestro corazón se han soldado y de Tito sólo nos queda la cicatriz y grandes recuerdos. Ahora somos tuyos. No nos defraudes.
Afectuosamente tuyo.
Un aficionado del Leyma Básquet Coruña.