España plural

PALMA

Días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1992, Pasqual Maragall preguntó a uno de sus colaboradores cual era el punto de España más lejano de Barcelona por donde pasaba la antorcha olímpica. El 14 de julio, once días antes de la ceremonia de apertura, el entonces alcalde de Barcelona aterrizó en Tenerife con la llama olímpica. Allí pronunció un discurso de calculado contenido político.

Dijo, entre otras cosas, que la distancia entre Canarias y Catalunya es más breve porque ambos estan en la periferia alejados del centro, y eso une. Que no se ha confundir nunca España con el centro y, sobre todo, no se debe confundir el centro con España, a riesgo de perderla. Que España somos todos en el mismo grado o no es nadie. O incluso más, o cada uno acepta que cualquier otro la puede representar con toda dignidad, que la parte es lo único interesante, real, vivo y concreto del todo, o todo es una ficción sin vida ni alma.

Que todos lo españoles aprendan a amar la diversidad, dijo Maragall. Que nadie utilice el nombre de la parte como una cosa menor, o todavía peor, como diminutivo o de menosprecio. Solo hay una cosa grande, que es la unión de los pueblos pequeños con otros para formar un sentimiento más poderoso. Nadie ha de explotar la potencia inmensa de los nombres que representan para el enfrentamiento.

Pasqual Maragall era el único federalista convencido de los dirigentes socialistas de aquel entonces. Acabó harto de hacer pedagogía entre gente que no quería escucharle, incluidos los suyos.

La anécdota canaria la explican con detalle Luis Mauri y Lluis Uría en su libro "Una gota malaia". La he recordado tras leer en twitter que venir a Baleares significa jugarte la vida porque no hay médicos por culpa del catalán.

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Hoy entiendo todavía más a Maragall.

Feliç dia de les Illes Balears