'No hay tanto pan'
Patricia Chapela es historiadora. Escritora. Responsable la empresa de turismo cutlural A Cielo Abierto. Patrimonio, Turismo y Desarrollo
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Cadena Ser
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Huelva
'No hay tanto pan'
Hay un gallo que llora y que grita: despierta, despierta, despierta, despierta prudente, que esto duele, te arrasa, te mata...así comienza el tema musical de Silvia Pérez Cruz —intérprete musical a la que sigo—, compuesto para la película Cerca de tu casa estrenada en 2016 y dirigida por Eduard Cortés.
En ella, los protagonistas estaban en la difícil situación de perder su vivienda, algo que en la vida real ha sucedido desde el año 2008 en este país. La crisis, de la que cada vez se habla menos, se ha cebado con la pérdida de empleo entre la llamada clase media que tanto tiempo había costado construir.
Una clase media vulnerable que, de algún modo, se había embarcado en la utopía de creer en un status quo que nada alteraría. Ello llevó a la adquisición de bienes inmuebles favorecida por esa ensoñación de bienestar per se, volviéndose en una trampa mortal para muchas familias.
En la prensa, hoy, casi nada aparece de los desahucios y creemos que aquello se quedó como una de las páginas negras de la historia de este país. Pero a poco que se hurgue en algunas de las estadísticas que se ofrecen desde instituciones como el INE (Instituto Nacional de Estadísticas) o en los informes que se elaboran desde la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) se puede comprobar que las cifras, aunque en detrimento, siguen siendo una realidad que afecta a miles de personas a lo largo y ancho de la geografía española.
Perder una casa, un hogar, es el colofón que ha rematado una curva a la baja que comienza con la pérdida del empleo y, que ante la falta de creación de trabajo de calidad, termina por no dar opciones para incorporarse al mercado laboral teniendo consecuencias nefastas con quienes hemos adquirido el compromiso de pagar una letra. En realidad, cualquier hijo de vecino, tiene una hipoteca como poco para poder tener algo de patrimonio. Este pensamiento lo construyeron nuestros antepasados convenciéndonos sobre la tenencia de una propiedad como algo vital. El techo es fundamental. Y sí, lo es, pero nos ha tocado vivir una etapa histórica cargada de reveses en la que tantos amigos y amigas bien formados, incluso excelentes profesionales, se han marchado fuera para ganarse un sustento. Volviendo al tema musical; es indecente gente sin casa y casa sin gente.
Al final el único patrimonio que nadie nos puede quitar es la educación. Una educación que debe ayudarnos a construirnos para que nuestro cerebro conecte neuronas haciendo de nosotros personas más inteligentes. Porque, al fin y al cabo, la inteligencia —entendida como la capacidad de adaptación—, es la única que sirve para salir de este cuello de botella y resolver, en parte, la vida: una vida que se basa en el presente pues el futuro no existe y es incierto, y lo cierto, tristemente, es que No hay tanto pan.