La Iglesia en su laberinto
(...) Quienes conocieron la barbarie cometida día tras día contra unos niños indefensos y no gritaron lo suficiente contra ella no debieran estar pastoreando en el camino que dicen que conduce al cielo (...)

La opinión de Ángel Santiago Ramos
01:22
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
León
La Iglesia Católica ha enseñado a sus miembros más cualificados que, en ocasiones, les será preciso caminar derecho con los pasos torcidos. Una habilidad, entre otras muchas, que ha ayudado esta institución a mantener durante siglos un enorme poder de influencia en todo el mundo.
El prelado de la diócesis de Astorga, Juan Antonio Menéndez, presentó esta semana a los periodistas bercianos un protocolo diseñado para detectar posibles abusos a menores que participan en actividades programadas por la iglesia. A su lado estaba Javier Redondo, actual vicario del obispado en Ponferrada. El mismo que como tutor de curso conoció en su momento los abusos sexuales ocurridos hace 40 años en el seminario de La Bañeza.
Los hechos denunciados recientemente por varios alumnos afectados, implican a más de un sacerdote que aún permanece con fuero dentro de las murallas que tiene la iglesia como aliviadero, del que no están excluidos la comisión de delitos graves.
El vicario que guardó silencio penal durante cuatro décadas, permaneció mudo durante el encuentro informativo de su nuevo obispo. Monseñor Menéndez trata de pasar la página de un turbio pasado en la diócesis que por propia higiene natural no se borrará jamás. Y menos con los paños calientes que suelen traer las sotanas.
Quienes conocieron la barbarie cometida día tras día contra unos niños indefensos y no gritaron lo suficiente contra ella no debieran estar pastoreando en el camino que dicen que conduce al cielo.
Pablo F. Bodega
Redactor de Radio León