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El nuevo Cristo de la Púrpura se expone en el Ayuntamiento

Con esta talla de Navarro Arteaga, la Hermandad de Las Cigarreras recupera una antigua advocación

El nuevo Cristo de la Púrpura, obra de Navarro Arteaga, está expuesto en el Ayuntamiento / @columnayazotes

El nuevo Cristo de la Púrpura, obra de Navarro Arteaga, está expuesto en el Ayuntamiento

Sevilla

Bajo el título de 'Cristo de la Púrpura. Recuperación de una advocación perdida', el Ayuntamiento de Sevilla, concretamente su Sala Capitular Baja y su Apeadero, acogerá entre el 3 y el 7 de diciembre la exposición de la nueva imagen tallado por el imaginero José Antonio Navarro Arteaga para la Hermandad de Las Cigarreras.

La muestra, que será inaugurada el viernes día 2 a las 20:30 horas, se divide en dos zonas. En el Apeadero, mediante paneles explicativos, se ofrecen los antecedentes históricos de la advocación en la hermandad y las fuentes que dieron lugar a la iconografía de Cristo recogiendo sus vestiduras tras la flagelación. Los aspectos tratados en esta parte son:

· El Cristo de la Púrpura (c. 1650-1904). Documentando su presencia en la hermandad hasta su desaparición.

· El paso y las túnicas del Cristo de la Púrpura. Que se complementa con los cuatro ángeles conservados procedentes de su antiguo paso, realizados por Pedro Roldán en 1666.

· Origen de un modelo iconográfico. Tratando las fuentes literarias e iconográficas, planteando también una hipótesis vinculando el desaparecido Cristo de la Púrpura de la hermandad a la representación de Murillo, realizada probablemente en la década de 1660.

· El Cristo de la Púrpura (José Antonio Navarro Arteaga, 2016). Presentación de la nueva escultura.

El último de estos paneles sirve de transición a la Sala Capitular Baja, donde se expone exclusivamente en su centro la nueva imagen para favorecer la contemplación de la misma y de sus valores plásticos y devocionales.

La imagen perdida

Hay constancia documental de la existencia en la hermandad en torno a 1650 de esta antigua y devota imagen, que representaba el momento inmediatamente posterior a la flagelación, en el que el Redentor agachándose recogía sus sagradas vestiduras. Procesionó muy tempranamente puesto que en 1664 se encargaron los trabajos de construcción de su segundo paso al escultor Pedro de Borja y al ensamblador Pedro Camacho. Éstos debían seguir fielmente un dibujo entregado por el mayordomo y otros oficiales.

Pedro de Borja no pudo terminar el trabajo y en 1666 Pedro Roldán se obligó a concluirlo haciendo ocho ángeles, en dos juegos de cuatro en sendos tamaños y cuatro cabezas de querubines para las cuatro tarjas principales del paso y otras cuatro tarjas con historias.

Transcurridos treinta años desde la realización de la urna y paso, en 1696, se contratan las tareas de su dorado. En 1772-1773 se abordó una profunda reforma del mismo, consistente en dorarlo nuevamente, realizarle nuevas parihuelas, el estofado y encarnación del Cristo, la composición de la Sagrada Columna, el estofado y encarnado de doce ángeles del mismo y el bordado de una vara de la túnica.

El paso hacía su estación de manera habitual en los años que la cofradía salía el Jueves Santo durante el siglo XVIII, cerrando este ciclo en 1807 y ya no la volvió a efectuar hasta 1874, siendo la última ocasión en procesionar. Tras un período de cierta decadencia de su devoción en el último cuarto del siglo XIX, en 1900 se autoriza por el Arzobispado a petición de la hermandad la cesión del Cristo a otra corporación para darle culto, recibiendo de la misma una limosna para ayudar a costear otra de San Juan Evangelista para su uso en el quinario anual. La entrega de la sagrada efigie no se hizo directamente a ninguna corporación, sino al escultor Emilio Pizarro y Cruz. Sin embargo, Pizarro nunca entregó la imagen de San Juan y la hermandad se vio privada al mismo tiempo de una de sus seculares imágenes. No se conoce el destino final del antiguo Cristo de la Púrpura.

La imagen recuperada

José Antonio Navarro Arteaga es actualmente uno de los mayores exponentes de la imaginería española, con más de tres décadas consagrado a la actividad artística.

La imagen del Cristo de la Púrpura para la Hermandad de la Columna y Azotes (Las Cigarreras) que nos presenta en esta exposición, en madera de cedro policromada, responde al modelo iconográfico de Jesús recogiendo las vestiduras tras las flagelación, de una clara y honda inspiración neobarroca, en su configuración formal y estética. Cristo se halla arrodillado sólo de una de sus piernas, la derecha, mientras el pie izquierdo se apoya firmemente junto a la columna, a la que se abraza, como simbólicamente lo hace en otras representaciones a la Cruz, en clara alusión a la aceptación de su sacrificio redentor. Con su mano derecha recoge la túnica púrpura, históricamente asociada a la realeza y al alto clero. Un cordón de hilo de plata rodea el cuello, dirigiéndose a la columna y a la mano que en ella se apoya.

El rostro del Señor combina por un lado el dramatismo propio del dolor causado por el castigo al que se ha visto sometido, junto a la fuerte espiritualidad que despierta. Melena rizada que se desparrama por la espalda con barba bífida. Su desnudez es cubierta por un amplio sudario, estofado, permitiendo verse la cadera derecha del Señor.

En el nuevo Cristo de la Púrpura conviven los mejores esquemas del Barroco y una gran maestría en la labor escultórica, llamada a ser referente en la imaginería del siglo XXI; en palabras del artista, su mejor obra.

 

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