La cárcel no sirve de escarmiento
Cuesta menos coincidir en que la dureza de la vida carcelaria disuade a los presuntos delincuentes que somos todos, refrena los instintos criminales
'La línea roja' de Matías Vallés (26/10/16)
01:06
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Palma de Mallorca
Sostener que la cárcel rehabilita a los presos equivale a decir que la heroína cura los resfriados. No compensa, en ninguno de los casos.
Cuesta menos coincidir en que la dureza de la vida carcelaria disuade a los presuntos delincuentes que somos todos, refrena los instintos criminales.
Sin embargo, la publicación de la última condena de tres años a Maria Antònia Munar coincide con la publicación de los detalles de la corrupción en la adjudicación de la ORA palmesana.
La sorpresa mayúscula sobreviene al comparar las fechas. La adjudicación de Cort se produce en 2013, cuando Munar o Matas ya arrastran condenas y entran en prisión.
La conclusión es desoladora. La cárcel no sirve de escarmiento para las sucesivas bandadas de corruptos. Son "yonquis del dinero", como los bautizó el arrepentido Benavent de la corrupción valenciana.
Cuando le preguntaban al legendario atracador Willie Sutton por qué asaltaba bancos, replicaba que "porque es donde está el dinero". Ya sabemos por qué los corruptos se dedican a la política.
En cuanto a los ciudadanos sin más, Unamuno sostenía que las personas que dicen que cumplen la ley para no ir a la cárcel, en realidad la cumplirían aunque pudieran evitar el castigo. Lo cual excluye a los políticos, según se ve.