Torturas en las cloacas de la CIA
Una vez más, la Agencia Norteamericana y sus trapos sucios salen a la luz pública
Alcobendas
No por ser machacones o porque tengamos una especial fijación en esta sección para con dicha agencia de Inteligencia USA, sino porque la actualidad prima y, ahora en plena campaña presidencial, esta ha vuelto a colocarla en el punto de mira de los conspiracionistas. Y de los que no lo son tanto.
Misterios de la Historia: Torturas en las cloacas de la CIA
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Hace unos meses hablábamos en las páginas de Enigmas del ejército clandestino que había financiado la CIA en Laos y que abandonó a su suerte tras la retirada de Vietnam, un vergonzante episodio silenciado durante décadas. Pues bien, el verano pasado, el Senado de los EEUU daba a conocer a la opinión pública un informe que ha vuelto a remover las aguas de la política al más alto nivel y a reabrir heridas que empezaban, suavemente, a cicatrizar: hablo de las torturas que llevaron a cabo agentes de la CIA, entre 2002 y 2006, tras el terror desatado por los atentados del 11-S. Aquella acción terrible que acabó con la muerte de 3.000 personas y unas 6.000 heridas de diversa gravedad, dio carta blanca a la Administración Bush –lo que desató aún más teorías de la conspiración sobre la supuesta injerencia del gobierno en el atentado–, para firmar un Memorándum de Notificación, conocido por las siglas MON, que otorgaba a la CIA el derecho de detener “a quienes constituyan una amenaza de violencia y muerte a los ciudadanos de los EEUU y los que planeen ataques terroristas”. Aunque el MON no mencionaba los métodos de interrogatorio, coacción o directamente tortura, para obtener testimonios, se dio carta blanca a los servicios de Inteligencia para hacer uso de todo tipo de técnicas para evitar atentados.
Así, en los informes que se han hecho públicos se revela que tanto en prisiones como la iraquí de Abu Ghraib como la de Guantánamo, en Cuba, las prácticas llevadas a cabo por los agentes de La Compañía –como se conoce extraoficialmente a la agencia–, iban desde privarlos de luz, someterlos a música atronadora –mención aparte merece este asunto en el que se torturó a los reos con reiterativas y atronadoras versiones de canciones de Metallica, Queen e incluso Christina Aguilera–. A ser retenidos en celdas sin calefacción con un cubo o balde a modo de váter e incluso ser alimentados a la fuerza por vía rectal. Una auténtica inhumanidad, aún con sospechosos de terrorismo.
Todo esto ha provocado un auténtico revuelo y ha vuelto a sacar a la luz las técnicas de tortura utilizadas por la CIA y otras agencias a lo largo de las últimas décadas, remontándonos a finales de los años 40 del siglo pasado, incluida, una vez más, el uso de la música –algo por otra parte tan maravilloso– con tan retorcidos fines.
Recordaremos la desclasificación de dos manuales que vieron la luz en los años 80 y 90 y que servían para instruir a los agentes en el retorcido arte de la tortura: el KUBARK, fechado en 1963 y el Human Resource Exploitation Training Manual, de 1983. Ambos nos llevan también a hablar de uno de los proyectos más controvertidos y ultrasecretos de la CIA hasta su desclasificación en los años 70: el MK-Ultra, que pretendía desarrollar métodos eficaces de torturas e interrogatorio mediante la utilización de drogas como el LSD o las anfetaminas, y no sólo entre los “enemigos” de los Estados Unidos, sino con norteamericanos de a pie que desconocían ser conejillos de indias.
Hoy, en nuestra sección de Misterios de la Historia, hablamos con Óscar Herradón, redactor jefe de la revista ENIGMAS de este oscuro asunto.