¿Cómo ha evolucionado la fiesta de la Vaquilla de San Mateo?
Desde la reconquista a la declaración de Interés Turístico Regional, en 'Páginas de mi desván' repasamos los cambios de la fiesta, desde el origen a la definición de las fechas
Cuenca
Inmersos en plenas fiestas mateas, celebrando el 839 Aniversario de la Reconquista de Cuenca por el Rey Alfonso VIII, en Páginas de mi Desván, y con el título de “La Vaquilla, nuestra fiesta ancestral” José Vicente Ávila nos ha preparado un guión para conocer distintos aspectos de esta celebración que, a lo largo del tiempo, tuvo sus luces y sus sombras, incluso con prohibiciones, pero que en los últimos cuarenta años han conocido tal esplendor, que llevaron a declarar la Fiesta de Interés Turístico Regional.
¿Cómo ha evolucionado la fiesta de la Vaquilla de San Mateo?
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El origen
Desde la reconquista de Cuenca el 21 de septiembre de 1177, la ciudad ha venido conmemorando el acontecimiento con festivas celebraciones, de carácter cívico y religioso, en las que el elemento taurino ha sido una especie de “tótem” de la fiesta. Correr toros en Cuenca, en el campo de San Francisco, lugar donde acamparon las tropas de Alfonso VIII, fue costumbre popular al igual que el hecho de celebrar toros y vaquillas en los distintos acontecimientos que vivía la ciudad, incluso con algunos festejos taurinos excepcionales en el Júcar y el Huécar. No sólo en los días de San Mateo, sino en festividades como las de San Julián, San Bernabé, San Juan, San Abdón y San Senén, Virgen de las Nieves, y en la festividad de San Agustín corriendo toros en Carretería en 1600.
El documento más fidedigno sobre la institución de la festividad cívico-religiosa en el día de San Mateo, aniversario anual de la Reconquista de Cuenca, se encuentra en el Archivo Municipal, data de 1581 y es el expediente número 8 del Legajo 1.131. Comienza así:
“Testimonio del pregón que se dio en 19 de septiembre de 1581 para la celebridad del día del Señor San Matheo, con los atabales y trompetas de la Ciudad.
El muy ilustre Señor Don García Busto y Villegas, Corregidor de las Ciudades de Cuenca, Huete y sus tierras por su Majestad, Hago saber a todos los vecinos y moradores de esta Ciudad que se ha instituido y ordenado de hacer y celebrar la fiesta del glorioso y bienaventurado apóstol y evangelista San Mateo, en cuyo feliz día fue nuestro Señor servido, que estando esta Ciudad poseída de moros fuese ganada y restituida por el cristianísimo Rey Don Alfonso el Noveno. Se le denominó Alfonso VIII, con posterioridad al año de mil ciento y setenta y siete teniendo presente la gran merced que nuestro Señor en tal día nos hizo, para que con más devoción se celebre y solemnice su fiesta, así en lo espiritual como en lo temporal; se manda que el miércoles en la noche, todos los vecinos de esta Ciudad pongan luminarias en las ventanas y se hagan hogueras por la plazas y calles y que otro día jueves, que será el día de este glorioso Santo, todos los Cabildos y Cofradías vayan con sus pendones y cruces a las ocho de la mañana acompañando las cruces de sus parroquias a la Iglesia mayor de donde ha de salir la procesión solemne dando gracias a Nuestro Señor por tan gran merced.
Asimismo se ha ordenado por la ciudad que en cada año haya fiesta de toros la víspera de este glorioso santo y el día haya regocijos y máscaras a cabo lo cual se deja de hacer esto por las graves causas que lo impiden”.
Quedaba establecido con toda precisión el esquema ceremonial, cívico, religioso y popular al que en adelante “para siempre jamás” debería atenerse la fiesta matea.
Las fechas
Durante muchísimos años la fiesta de San Mateo estuvo ceñida a los días 20 y 21 de septiembre, ampliándose la celebración en la década de 1970, siendo el año más pródigo el de 1978, con ¡seis días! de vaquilla, desde el 19 al 24 de septiembre. Las fechas quedaron fijadas definitivamente entre los días 18 al 21 de septiembre, en un acuerdo del Pleno Municipal en 1995, y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha la declaró como Fiesta Regional en el año 2001, en el 824 aniversario de la Reconquista de Cuenca, con un documentado trabajo histórico del archivero municipal, Miguel Jiménez Monteserín que lo traslada a nuestros días en la síntesis final:
“Son ahora los lances con las vaquillas enmaromadas los más sustanciales elementos de la fiesta. Al jolgorio colectivo del correr, comer, beber y bailar se ha venido a añadir no hace mucho el bullicioso regocijo liderado por las peñas, remotas herederas en el proceder de las corporaciones gremiales que otrora organizaban “máscaras” en las principales fiestas urbanas, compitiendo por el premio que a la mejor y más ingeniosa otorgaba el Ayuntamiento. No cabe duda de que el paso del tiempo ha ido erosionando alguno de los explícitos significantes ideológicos que en su nacimiento tuvo la fiesta de San Mateo. Matizados éstos, difusos y hasta ignotos incluso para la mayoría de sus participantes, hoy no cabe duda de que un festejo popular de tan honda raigambre y casi unánime aceptación entre la ciudadanía de Cuenca y sus aledaños, merece obtener cuantos apoyos administrativos sean posibles en orden a su mejor conocimiento exterior y sustento más sólido en lo venidero”.
A modo de plaza de talanqueras, la Plaza Mayor y calle del Clavel, plaza de Obispo Valero y correduría de Alfonso VIII, cambian su aspecto con vallados de madera, como aquellos troncos de las maderadas del Júcar. Es tal la afición sobre la fiesta de San Mateo, que en un artículo del periódico “La Crónica” del 24 de septiembre de 1898 se publicaba que “la Vaquilla es una fiesta tan arraigada en las costumbres de este pueblo, que si se suprimiera en un día de San Mateo sería causa de alteración de orden público, que haría a nuestros ediles correr por la maroma, ya que ésta no corría con la vaca”.
Pocas interrupciones
Salvo algunas excepciones de fuerza mayor como las guerras, y la prohibición de los festejos taurinos populares desde 1907 hasta 1921, podemos decir que cada 21 de septiembre Cuenca ha celebrado su Vaquilla de San Mateo con la devolución del Pendón y la suelta de la vaquilla. Sólo en 1968, y por obras en la Plaza Mayor, la vaquilla se celebró en la plaza de toros.