El Sporting se topa con la cruda realidad

Madrid

Los Reyes Magos llegaron al Vicente Calderón el 17 de Septiembre. Sería de necios negar la superioridad del Atlético de Madrid, un finalista de Champions, un equipo llamado a pelear por el título con una plantilla estratosférica. Que el Atleti le gane al Sporting es lo normal. Lo frustrante es que el equipo gijonés le regalara la victoria a su rival, pegándose dos tiros en los pies en los primeros cinco minutos. Al Sporting no se le puede exigir que gane en el Calderón; pero sí hay que exigirle siempre competir. Y no lo hizo.

El Atlético de Madrid hizo un gran partido, eso es cierto. Pero ¿cuánta influencia tuvo en ello la práctica incomparecencia del Sporting sobre el terreno de juego? Seguramente mucha. El Atlético jugó a placer, cada balón que recibía en línea de tres cuartos acababa dentro de la portería de Cuéllar o, al menos, en una clara ocasión de gol y las bandas del Sporting eran dos auténticos agujeros negros. Y eso es lo que duele a los aficionados rojiblancos, más que una derrota que estaba casi cantada.

Es más fácil hacer el partido del siglo cuando tu rival empieza el recital en el primer minuto de partido. Un error garrafal de Amorebieta e Isma López le sirvió en bandeja el primer tanto al equipo de Simeone. El central se la comió; Isma cedió al centro y la dejó corta. Cuando enfrente tienes a jugadores del nivel de Griezmann, errores así no se pueden cometer.

No había acabado de asumir el golpe el Sporting cuando llegó otro. Tres minutos después, Gameiro marcó un golazo, desde el pico del área grande, buscando el palo más lejano. Un gol bonito, pero en el que nuevamente falló el Sporting. Lillo perdió la marca y Gameiro recibió absolutamente solo, con tiempo para girar y armar el disparo.

A partir de ahí, con el choque encarrilado, el Atlético dio un pequeño paso atrás. Eso permitió que el Sporting tuviera algo más la pelota, pero sin apenas generar peligro. Y el Atlético seguía mostrándose letal. Griezmann marcó el tercero desde la frontal, pero además Carrasco estrelló un balón en el palo y el árbitro le anuló un tanto dudoso a Gameiro por fuera de juego previo de Filipe Luis, tras una jugada espectacular de los madrileños.

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El Sporting era mun pelele a anos del Atlético. Especialmente graves eran los problemas por las bandas, por donde los del Manzanares entraban como cuchillo en mantequilla. Isma López sigue pasado de revoluciones en este inicio de temporada y Lillo y el debutante Douglas no elevaban el nivel en el otro costado.

En la segunda mitad el partido decayó. El Atlético bajó el pistón de la posesión y el Sporting le metió al menos algo más de intensidad, aunque sin probar al portero. Abelardo retiró al desacertado Isma López, dio entrada a otro delantero (Borja Viguera), pasó a Lillo al lateral izquierdo y le dejó toda la banda derecha a Douglas. El equipo gijonés tuvo otro aire, aunque no generó ocasiones. Sí pudo ampliar la renta Griezmann, que envió al lateral de la red un gran pase de Correa. Y lo hizo Fernando Torres, en una jugada que volvió a dejar en evidencia al Sporting: Filipe Luis la arrancó desde la defensa, abrió para Correa que se coló entre dos rojiblancos, llegó a línea de fondo y dio el pase de la muerte para que 'El Niño' solo tuviera que empujarla.

Como el día no le concedía ni una al Sporting, Nacho Cases no pudo ni maquillar el marcador en una ocasión clarísima, que se plantó en el área, recortó a Godin y, aunque pareciera imposible, disparó al lateral de la red. En el Sporting solo la irrupción de Carlos Castro, convertido ahora en el tercer delantero, dejó algún detalle positivo.

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Y ya para completar la tarde de Reyes Magos, Lillo arrolló a Nico Gaitán y cometió un penalti tan claro como absurdo. Fernando Torres completaba la humillación al Sporting.

Si el sportinguismo necesitaba un baño de humildad tras verse anecdóticamente en puesto de Champions, ya lo tiene. No fue un baño, fue un diluvio. En el término medio estará la virtud. Esta semana, tocará aplicarse aquella frase del añorado Manolo Preciado: "Ni antes éramos el Bayer Leverkusen ni ahora la última mierda que cagó Pilatos".