Los prejuicios entran en campaña

Bilbao

"La podemita Pili Zabala vive en un enorme casoplón valorado en un millón de euros". Casi me da vergüenza reconocer que esto es un titular periodístico, que, entre otros comentarios, ha forzado a la protagonista a contar públicamente que adquirió esa casa con la indemnización de un accidente de tráfico.

Lo que ha molestado no es el casoplón, sino que su propietaria sea alguien progresista. Ese reduccionismo de que hay que ser pobre para ser de izquierdas, tan absurdo como aquel "no hay nada más tonto que un obrero de derechas" y que condena a la mayoría de la población, porque, según el CIS, el 63 por ciento de los vascos se sienten de izquierdas, a vivir bajo el puente para ser ejemplares y coherentes con sus ideas.

La polémica es muy vieja. Desde la pareja fundacional del capitalismo histórico, Marx y Engels, pasando por aristócratas comunistas como Visconti o Sartorius, y en la actualidad actores, actrices "rojos" que tienen que explicar por qué tienen iphone...en la izquierda siempre han convivido quienes desean la transformación social con quienes la necesitan.

Pero los prejuicios resucitan convenientemente en campaña, cuando todo vale.